La biopic de Fito Páez no abunda en detalles sobre su formación musical, ni sobre esos años en que definió su destino, lo cuenta a través de pequeños flashbacks.
Por Andrés Zambrano *
El amor después del amor, la biopic de Fito Páez que se puede ver en Netflix, es una serie literalmente correcta, entre otras porque su personaje principal es, de alguna manera, uno de los roqueros más políticamente correctos del panorama latinoamericano, lo cual no está mal y puede resultar subversivo en un mundo donde la incorreción de ayer, es la normalidad de hoy, lo cual tampoco está mal.
La verdad es que Fito no es el roquero que viene de un hogar desestructurado; o el fruto de una familia disfuncional que ahogó sus penas con drogas o alguien que sufre de alguna enfermedad mental y a través de ella canaliza su creatividad. Mas bien, la vida de Fito es la de ese tipo bueno al que la mala fortuna cogió por su cuenta y se ensañó de manera perversa.
- Para leer en LA RUEDA SUELTA: ‘Argentina 1985’ y el rock que no se dejó intimidar
Su madre murió de cáncer cuando apenas tenía 4 años y fue criado por un padre amoroso, acompañado por su abuela paterna y una tía abuela. No tuvo carencias en su niñez y pudo desarrollar su talento musical sin cortapisas, impulsado por su padre, un melómano de mente abierta. A eso se suma la carga genética que le dejó su madre, una profesora de piano.
La tragedia
Más tarde, cuando tenía 22 años, y se estaba consolidando como una promesa del rock argentino, ocurrió una tragedia que casi echa por tierra su carrera. El 7 de noviembre de 1986, dos hombres entraron a su casa paterna y asesinaron a su abuela, su tía abuela y la señora que las ayudaba. Una tragedia devastadora para cualquier persona y esto se sumó la muerte de su padre, ocurrida un año antes, por causas naturales. Ese noviembre de 1986, el año en que Argentina ganó su segunda Copa del Mundo, Páez quedó, como dice su compatriota el narrador de ciclismo Mario Sabato “solito y solo”, sin padres, sin abuelos, sin hermanos.
Afortunadamente, Fito tenía de donde agarrarse para superar ese momento difícil, creció rodeado de amor y eso fortalece las habilidades de resiliencia de cualquiera. El bajón artístico, que incluye los tópicos del rock: abuso de drogas, alcohol y medicamentos, rápidamente quedó atrás para reivindicar su carrera con un disco como El amor después del amor, el más vendido en la historia de Argentina.
Los enigmas
Infortunadamente, la biopic no abunda en detalles sobre su formación musical, ni sobre esos años en que definió su destino, lo cuenta a través de pequeños flashbacks, como aquel en el que su profesor de piano le prohíbe volver a clases porque no aprendió a leer el pentagrama. Nunca sabemos bien cuál fue su primera banda, ni cómo llegó a Buenos Aires y se conectó con la escena musical de la capital argentina.
- Más en LA RUEDA SUELTA: Cuando Charly García va al cine
Y se extraña ese nivel de detalle porque de alguna manera contó con la aprobación y asesoría de su protagonista. De hecho, el productor no es otro que su cuñado actual, Juan Pablo Kolodziej. La serie no es ambiciosa en su propuesta estética, pero está bien contada, engancha y está llena de canciones memorables y momentos intensos como su primer lleno en el mítico Luna Park.
Para resaltar el casting de la serie, los protagonistas son sorprendentemente parecidos a los reales, no hay que esforzarse para reconocer a Fabiana Cantilo, Charly García, Luis Alberto Spinetta e incluso a Pablo Milanés. El casting también cumple con excelencia en sus interpretaciones y es fácil ver la consabida displicencia de Charly, o los amaneramientos del mismo Fito y la buena onda de Spinetta.
Más de la biopic de Fito Páez
En el fondo la historia es una declaración de amor en varios registros; el primero es el paternal, no en vano una de las escenas más intensas es aquella en la que Fito, durante una presentación en televisión, reconoce que su rica paleta musical proviene de padre y de los paseos sabatinos a visitar el almacén de discos Oliveira. El segundo es el amor de pareja, primero a Fabiana Cantilo y luego a Cecilia Roth, dos mujeres que aún hoy siguen siendo grandes amigas.
No es tanto la historia de un roquero llena de lugares comunes, sexo y drogas, que también los tiene…
Si bien Fito tuvo la fortuna de comenzar su carrera al lado de Charly García, tuvo la sensatez de hacer su propio camino y proponer a la excentricidad de su mentor la normalidad, la mesura. Una escena de la serie que resume ese toque de corrección de El amor después del amor, es aquella en la que Fito se desaparece una noche de la casa que habita con Cecilia Roth y vuelve al otro día con la resaca viva y Cecilia, enfurecida, lo lleva contra la pared y le dice: “a mí no me vengas con los excesos de estrellita de rock”.
El amor después de la amor es coherente con eso, no es tanto la historia de un roquero llena de lugares comunes, sexo y drogas, que también los tiene, es más bien la génesis de algunas de las canciones más importantes de uno de los grandes músicos latinoamericanos del último medio siglo.
* Periodista experto en rock. Durante muchos años editor cultural de EL TIEMPO