El mexicano Martín Solares es uno de los escritores de historias de crimen más importantes de América Latina. En esta guía reúne algunas novelas negras que deberíamos leer y, más adelante, se suman las recomendaciones de autores como Bolaño, Murakami, Piglia o Stephen King.
Además, en los últimos años, Solares ha construido una trilogía detectivesca y fantástica protagonizada por el agente Pierre Le Noir, en la Francia del surrealismo: Catorce colmillos, Muerte en el jardín de la luna y Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque. Sobre esa experiencia lectora y de escritura habla esta selección de “culpables bien definidas”: novelas negras que lo influenciaron y que siempre recomienda por su calidad.
Solares es también autor de Los minutos negros (2006) y No manden flores (2015), dos hitos del noir latinoamericano contemporáneo.
1. Pasado negro (o Bufo & Spallanzani), de Rubem Fonseca
La novela policial más descabellada que se haya escrito en este continente. No solo actualiza el género policiaco, sino que se divierte con él, lo invita a beber caipirinha y lo lleva de paseo a investigar una historia que incluye zombis y adulterios entre la clase alta de Río de Janeiro. El gran maestro Rubem Fonseca es lo mejor que le ha pasado al género policial en los últimos 100 años. Perdérselo sería un crimen.
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2. El complot mongol, de Rafael Bernal
La madre de todas las novelas policiales mexicanas. Siguiendo la tradición literaria según la cual los mejores narradores no son del todo inocentes, Rafael Bernal inventó a un guardaespaldas mexicano, acostumbrado a matar, que se ve involucrado en una intriga internacional con agentes de la CIA y la KGB.
Es una extraordinaria aventura verbal que se parece mucho a una noche de parranda en algún bar del centro: bebiendo tequila de tiempos de la Revolución mexicana y escuchando, a una mesa de distancia, la confesión de un tipo muy rudo.
Nota: en 2019 El complot mongol fue adaptada al cine, sin gran éxito. Su protagonista fue Damián Alcázar (en la imagen que acompaña a la nota en el home).
3. Aguas profundas, de Patricia Highsmith
Esta misteriosa narradora texana tomó las novelas negras que se dedicaban a resolver enigmas de segunda categoría, les dio la vuelta y reinventó el género entero. Al elegir a simpáticos estafadores, peligrosos exconvictos o asesinos involuntarios como protagonistas de sus libros, Highsmith creó novelas en las que cualquiera —hasta el más inocente, incluso San Pedro— se identificaría con los culpables, se preocuparía por ellos y daría su brazo izquierdo porque salgan libres de toda vicisitud.
Aguas profundas equivale a una inmersión a lomo de ballena en el mar de la culpa, el miedo y la angustia. Una de esas novelas que nadie debería ignorar en esta vida negra y criminal.
4. El halcón maltés, La llave de cristal y Cosecha roja, de Dashiell Hammett
Apenas elegí tres, pero Hammett equivale, en el lenguaje de la novela criminal, a describir los colores primarios.
De hecho, por su enorme calidad literaria podríamos decir que creó algunas de las corrientes policiacas que todos han imitado. Historias de detectives quijotescos, desencantados de la vida y empeñados en hacer justicia en una ciudad corrupta. Peleas entre dos grupos de gánsteres provocadas por un agente externo. Y quimeras que policías y delincuentes persiguen por igual, y que se revelan tan vanas como la vida.
Y además, sus frases cortas, su oído para el diálogo de personajes tan diferentes como remotos: todo ello desplegado sobre la extrema tensión de sus capítulos, donde los personajes siempre parecen sentarse sobre barriles de pólvora a punto de estallar. Con un toque maestro: nunca conocemos del todo el principio ni el final de cada capítulo, como si hubiéramos llegado tarde y debiéramos salir corriendo de una sucesión de momentos cruciales. Larga vida a Dashiell Hammett.
5. Pandora (Liliana Blum), Perra brava (Orfa Alarcón) y Temporada de huracanes (Fernanda Melchor)
Podría citar a Petros Márkaris, Henning Mankell y Andrea Camilleri, que tanto hicieron por incluir problemas sociales de grandes ciudades europeas en sus estupendas, faraónicas novelas negras, y por la invención de tres personajes fundamentales: el irritable comisario griego Kostas Jaritos, el olvidadizo policía sueco Kurt Wallander y el divertidísimo Montalbano de Sicilia. Se necesita un talento fuera de lo común para crear esas sagas, que a todos nos han ayudado a vivir.
De Europa al crimen latinoamericano escrito por mujeres
Pero de un tiempo a la fecha creo que sería injusto ignorar a las novelistas más jóvenes, que dan de qué hablar cuando hablan del crimen.
Con recursos narrativos siempre potentes, y con un punto de vista que supera el masculino tradicional —ya muy gastado—, Liliana Blum, Orfa Alarcón y Fernanda Melchor han puesto un nuevo tema en el centro de sus novelas. Se trata de la impostergable disección del machismo y la cosificación femenina.
En consecuencia, sus tramas, sus personajes e incluso el ritmo de sus novelas realizan un impactante retrato de las ideas criminales que hay contra las mujeres en América Latina. Pandora, El monstruo pentápodo y Cara de liebre, en el caso de Blum; Perra brava y Loba, de Alarcón; más Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor, están provocando una verdadera revolución, gozosa por muchos motivos, todos literarios. Un banquete al que nadie debería dejar de asistir.
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Hasta aquí va la ruta personal de Solares; a continuación se suman otras novelas negras que deberíamos leer según escritores que han pensado el género.
Más novelas negras que deberíamos leer, según otras “plumas sagradas”
Esta selección inicial funciona como una ruta para encontrar novelas negras que deberíamos leer hoy, desde clásicos hasta rarezas del género.
Por otra parte, para ampliar el mapa, sumamos aquí algunas novelas de crimen y misterio que distintos escritores han citado como referentes, lecturas decisivas o modelos del género. No son “rankings definitivos”, sino pistas fiables de qué leen las vacas sagradas cuando se asoman a la oscuridad.
Roberto Bolaño y El largo adiós


Haruki Murakami y El largo adiós


Ricardo Piglia y El largo adiós


P. D. James y El asesinato de Roger Ackroyd


Mario Vargas Llosa y La muerte y la brújula


James Ellroy y El cartero siempre llama dos veces


Patricia Highsmith y Crimen y castigo


Henning Mankell y La bestia debe morir


Stephen King y la fiebre nórdica


Este mapa, cruzado con la ruta personal de Martín Solares, deja una idea clara. La novela negra es una conversación de largo aliento entre escritores, épocas y países. Y, como todo buen crimen perfecto, se resuelve leyendo.
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De acuerdo con D.Hammet, pero en la misma dinámica me faltan R.Chandler, sobre todo, y también J.M.Cain y P.D.James. La novela negra estadounidense no se entiende sin ellos.
Sí, falta Raymond Chandler y James McCaine ademas Cornel Woolrich.