‘Vista Chinesa’, novedad en la FILBo, es la historia sobre una mujer que fue violada mientras trotaba en Río de Janeiro. Años después, en una carta, les cuenta a sus hijos lo ocurrido.
Rita Ralha *
Vista Chinesa es un mirador construido a principios del siglo XX en homenaje al pueblo chino por el cultivo del té en Brasil. Está en el Alto da Boa Vista, en la Floresta da Tijuca, uno de los miradores más bonitos de Río. La vista es deslumbrante: se ven el Cristo Redentor, el Pan de Azúcar, la Bahía de Guanabara, la Laguna Rodrigo de Freitas, Ipanema y Leblon, entre otros.
Pero en los lugares más maravillosos también ocurren atrocidades, y esta historia es atroz.
Sin que hubiera intuido nada…el peligro apareció de repente en mi espalda. Era bajo, fuerte, apoyó una pistola en mi cabeza y ordenó: «sígueme», su voz se fusionaba con la de Daniela Mercury, su mano apretándome el brazo, interrumpiendo la carrera y arrastrándome hacia el bosque…
…esa selva hermosa, exuberante, cantada en los más bellos poemas, alabada en las guías turísticas y en la elección de Río como sede de los Olímpicos de 2016, esa selva que todo el mundo dice que es lo que marca la diferencia, después de todo, muchas capitales tienen playa, pero una selva así, tropical, verde, inmensa, sólo en Río, ese bosque frondoso, hogar de tucanes, serpientes y monos, ese bosque que exhala un olor dulce y empalagoso a jaca, ese bosque que todo el mundo admira cuando está subiendo a la Vista Chinesa y en el que casi nunca reparo, porque cuando estoy corriendo me desconecto del mundo, ese bosque se convirtió en mi infierno.
Empezar de nuevo
Julia, algunos años después de ser violada en Vista Chinesa, decide escribir una carta a sus hijos y contarles lo que le sucedió. Es una lectura muy difícil, imposible contener el nudo en la garganta, nos llena de odio, rabia y provoca una incomodidad constante. La escritura es cruda, minuciosamente perturbadora, en los momentos de tensión las frases pierden la puntuación y se vuelven rápidas, nos transportan a ese lugar y nos hacen sentir el dolor, el miedo, la angustia, el sufrimiento y el deseo de empezar de nuevo .
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Pero ¿cómo comenzar de nuevo después de sufrir una violación?
En ese momento en que casi muero, yo morí. Él se fue y yo quedé muerta. Recuerdo haberme volteado, mirar al cielo y tener la sensación de que había muerto, ver las estrellas, escuchar el sonido, como si algo se estuviera desprendiendo de mi cuerpo. Me estaba yendo.
Más allá del crimen, esta historia es sobre todo una historia de superación, un proceso de curación y reconstrucción, recoger los pedazos y seguir adelante, renacer y hacernos renacer con el personaje. Joana Jabace, que en la historia es Julia, es una mujer valiente. Valiente porque la violencia sexual sufrida por una mujer se repite cada vez que necesita narrar lo sucedido.
La víctima de Vista Chinese
La mano tirando de mi cabello me llevaba al lugar más terrible, mientras pensaba, por favor, no, pero ningún pensamiento le impedía hacer lo que quisiera, y fue entonces cuando empecé a decirme a mí misma que lo mejor era no pensar, incluso quería no resistir, porque ya había leído, ya había oído que en una violación cuanto más resistes, más le gusta al violador, si te quedas quieta y aceptas, puedes tener suerte de que no le guste y se vaya, si finges que te gusta, las posibilidades aumentan (…)
Coraje, porque sabe que incluso siendo víctima, habrá quienes la juzgarán.
Noté un tono extraño cuando Dulcinea me preguntó por qué había ido a correr por la tarde si siempre corría por la mañana. (…) Pero de repente ella insistía, ¿por qué fuiste a correr por la tarde si siempre corres por la mañana? (…)
Julia tiene coraje, porque decidió enfrentar la situación y hablar sobre lo que le sucedió, convirtiéndose en una representante de todas las mujeres que han sufrido violencia en algún momento de sus vidas. También tuvo el coraje de permitir que su nombre fuera compartido públicamente.
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Cuando el libro estuvo listo, su autora, Tatiana Salem concluyó que solo contar los hechos no era suficiente. Consideraba importante revelar quién había sido la víctima.
El nombre
¿Quieres poner tu nombre?, pregunté. Sí, ella respondió. Durante meses, hice el papel de abogada del diablo, para asegurarme de que su deseo fuera realmente ese, hasta el día en que afirmó: “No tengo vergüenza de lo que sucedió. Quiero que escribas que esto sucedió de verdad, y que sucedió conmigo, Joana Jabace”.
Si los números relacionados con los delitos sexuales nos chocan aquí, en Brasil son absolutamente abrumadores.
Según la encuesta sobre los casos de violación en 2019, se contabilizó que cada 8 minutos una mujer es violentada, con alrededor de 66.123 víctimas de violación y violación de personas vulnerables. Un número que podría ser mucho mayor si consideramos los casos que no llegan a las agencias policiales por miedo a represalias, ya que la mayoría de los actos ocurren dentro de sus propias casas, o por temor a juicios de personas cercanas, incluso de los poderes públicos. Fuente: oglobo.com
* Reseñista que escribe desde Lisboa.