Durante medio siglo, las Dick, Kerr Ladies desafiaron al poder con goles y estadios llenos. Su historia fue borrada por dejar mal parado al fútbol masculino. En Colombia nada fue distinto: muchas jugaron cuando no se podía.

Las campeonas invisibles del fútbol
Hubo una vez un equipo de fútbol femenino que llenó estadios, marcó goles imposibles, viajó por el mundo y asustó a los hombres que regentaban el juego. Eran las Dick, Kerr Ladies, hoy poco recordadas, pero fueron durante medio siglo las verdaderas campeonas, aunque invisibles, del fútbol.
Su historia comenzó en 1917, en el fragor de la Primera Guerra Mundial, en una fábrica de municiones de Preston, Inglaterra. Las trabajadoras, muchas reemplazando a hombres alistados, comenzaron a jugar por distracción y por solidaridad. En su primer partido, el 25 de diciembre, recaudaron 600 libras para soldados heridos. Diez mil personas las vieron jugar ese día.
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El éxito fue inmediato y escandaloso. En 1920, jugaron en Goodison Park ante 53.000 espectadores, con otros 14.000 que no pudieron entrar. La BBC recuerda ese partido como uno de los hitos fundacionales del fútbol femenino moderno. Las Dick, Kerr Ladies eran técnicas, veloces, alegres. Tenían entrenador, patrocinadores, prensa. En The Dick, Kerr Ladies, el libro de Barbara Jacobs, se cuenta que incluso tuvieron su propia entrenadora, y que muchas jugadoras —como Lily Parr, una estrella de izquierda zurda y zurda en todo sentido— se convirtieron en celebridades antes de que existiera el concepto.
También jugaron el primer partido internacional femenino de la historia, contra un equipo francés, en 1920. Ganaron 2–0. En total, disputaron más de 800 partidos y viajaron a Estados Unidos, Canadá, Francia, Escocia. LancsLive lo dice sin eufemismos: “ayudaron a construir las bases del fútbol femenino tal como lo conocemos”.
Cuando las Dick Kerr Ladies jugaron demasiado bien
Y entonces, el castigo. En 1921, la Football Association (FA) prohibió que las mujeres jugaran fútbol en estadios oficiales. El argumento fue que el fútbol no era “adecuado para mujeres” y no debía ser “alentado”. Pero como explicó The Guardian en 2009, el problema real era otro: ellas estaban robando la atención, el público, la taquilla. Jugaban mejor de lo que el sistema estaba dispuesto a tolerar. Y eso es lo que no se perdona.

Después del veto, las Dick, Kerr Ladies siguieron jugando en campos secundarios, muchas veces sin público ni recursos. Cambiaron de nombre —fueron el Preston Ladies F.C.— y resistieron hasta 1965. Pero su historia quedó casi borrada de la narrativa oficial del fútbol inglés. Solo en los últimos años —gracias a periodistas como Jacobs y al trabajo de archivo de autoras como Gail Newsham— su legado ha empezado a recibir la atención que merece.
Memoria, resistencia y legado
Y sin embargo, siguen jugando. Las Dick, Kerr Ladies tienen hoy una placa azul en Preston. Una pequeña línea de memoria que dice: “aquí nació el equipo femenino más exitoso del mundo”. Pero durante casi un siglo, esa historia fue borrada. No porque no fuera importante, sino porque desagradaba.
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Porque no hay nada más perturbador para el sistema que una mujer que celebra un gol ante 50.000 personas. La historia del fútbol, como tantas otras, ha sido escrita por hombres que creían que el talento tenía género. Porque jugar bien, siendo mujer, fue una forma de rebelión.
Y por eso, esta historia no es un recuerdo. Es una advertencia. Todo lo que estas mujeres lograron —llenar estadios, marcar goles, ser ovacionadas— lo hicieron cuando no se podía. Antes de que el reglamento las reconociera, de que las cámaras las buscaran y que las marcas las patrocinaran.
Jugaron con medias altas, con peinados recogidos, con gritos contenidos y ganas incontenibles.

En Colombia también ocurrió cuando no se podía
Y en Colombia, ¿quién jugaba cuando no se podía? ¿Quién pateaba balones sin permiso? La respuesta está en A las patadas (2023), de Gabriela Ardila Biela y editado por la Universidad Javeriana, que muestra que el fútbol practicado por mujeres en este país data de 1949. Y que entre 1970 y 1998 hubo prácticas constantes en barrios, colegios y ligas regionales, aunque casi sin rastro en la prensa nacional. Ardila propone una hipótesis incómoda: más que invisibilización, hubo un estrangulamiento del fútbol femenino. Se lo silenció con normas, con roles de género, con modelos de belleza, con indiferencia institucional. No encajaban las mujeres que pateaban balones en el relato nacionalista de la madre abnegada o la educadora blanca.
En Colombia, como en Inglaterra, las mujeres jugaron fútbol contra la gramilla, contra el reglamento, contra la historia. Jugaron porque sí. Y por eso, hay que contarlas.
Fuentes consultadas:
- BBC News (2017): Dick Kerr Ladies honoured with blue plaque
- The Guardian (2009): England’s women are worth watching – now they need your support
- Lancs Live (2023): The story of Dick, Kerr Ladies: Preston’s pioneers of women’s football
- Barbara Jacobs (2005): The Dick, Kerr Ladies
- A las patadas, Gabriela Ardila