La inaudita lucha de tres mujeres que fueron pioneras del ciclismo femenino

Las mujeres no han sido bien vistas en este deporte. Estas historias hablan de las diferentes barreras que tuvieron que superar  tres de las pioneras del ciclismo femenino.  

Pioneras del ciclismo

Tres pioneras del ciclismo en sus años de actividad.

*Jacobo Hidalgo

Actualmente, el ciclismo es uno de los deportes con mayor desigualdad de condiciones entre géneros. La diferencia abismal no solo es en los premios en metálico, también en los salarios y en las horas de transmisión por televisión. La cantidad de carreras del calendario femenino es bastante baja si se compara con el masculino. 

Apenas en 2022 volvió a instaurarse un Tour de Francia femenino, luego de más de una década de ausencia. Además, existe una amplia brecha en los kilómetros que recorren hombres y mujeres. En resumen: el ciclismo aún es considerado “un deporte para machos”, donde las mujeres sólo tienen un espacio colateral.

Hoy nos preguntamos cómo las mujeres enfrentaron el ciclismo hace un siglo, cuando este deporte apenas nacía. Este artículo rescatará la vida de tres pioneras del ciclismo: Tillie Anderson, Kittie Knox y Helene Dutrieu.

Las pioneras del ciclismo y los prejuicios

Pero antes de ir con nuestras protagonistas, vale contar qué era la bicicleta entre 1880 y 1890, y cómo la sociedad veía la cercanía de la mujer al nuevo invento. Y decimos «nuevo invento» porque la bicicleta era una bebé para la época. Solo hasta 1885 nació el biciclo de seguridad, una estructura con marco en forma de diamante, ruedas de igual tamaño, y cadenas-pedales para propulsar la rueda trasera. 

Afiche, mujer y ciclismo

La bicicleta ha sido vista como un símbolo de emancipación de la mujer

Hasta entonces, los vehículos de dos ruedas que existían eran bastante inestables, pues los pedales iban directamente unidos a la rueda delantera, que solía ser más grande que la trasera. Esta versión anterior a la ‘bici’ era el velocípedo.

En cuanto a las carreras, se afirma que hacia 1867 ya había competencias en Francia, aunque sin alusión alguna a la presencia de mujeres. Tanto velocípedos como biciclos retrataban barreras sociales de la época: por su costo, solamente unos pocos (generalmente hombres blancos) podían tenerlos. 

Adicionalmente, algunos sectores de la sociedad no veían con buenos ojos la relación de la mujer con esta invención de dos ruedas. Por ejemplo, para la Iglesia Católica, el velocipedismo femenino era un espectáculo voyeurista y escandaloso. Cabe recordar que en esta época victoriana las mujeres debían vestir con recato, largas faldas que ocultaran incluso los tobillos. Por supuesto, montar en un velocípedo o en la moderna bicicleta, con una falda tan larga, era incómodo y peligroso.

Otros decían que el velocípedo, a través del sillín, inducía a la masturbación femenina, que fue muy estigmatizada durante la época victoriana…

La medicina también les puso trabas a las mujeres. Algunos doctores llegaron a afirmar que el ciclismo las haría infértiles; otros señalaban que les causaría la «bicycle face», que hoy sería una pálida, que entonces se estimaba podría ser permanente. 

El velocípedo, el paso previo a la bicicleta

Otros decían que el velocípedo, a través del sillín, inducía a la masturbación femenina, que fue muy estigmatizada durante la época victoriana, y asociada con enfermedades físicas y mentales. Por tal razón se creó el “sillín higiénico”, un artefacto rígido y con poco relleno que buscaba reducir cualquier posibilidad de estimulación femenina. 

Pero fue en la vestimenta donde algunas mujeres empezaron a separarse de la corriente, al usar pantalones moderadamente ajustados, ‘bloomers’, que les permitían tener una mayor libertad de movimiento (muy necesaria en competencia). 

En esos años, la mayoría de las incursiones femeninas en el velocipedismo fueron sobre la pista. Sin embargo, era una actividad muy controlada por los hombres. Un ejemplo es el listado que publicó el diario New York World, en 1895, sobre lo prohibido para las mujeres que montaran. Entre otras, «no emular la posición de sus hermanos» y «no negarse a recibir ayuda en una colina”. Difícil ser una mujer ciclista para esa época. Y sin entrar en detalles sobre las condiciones económicas y premios para las mujeres, sobre lo cual hay muy poca o nula información. 

Una sueca hecha de récords

Tillie Anderson nació en Suecia en 1875, pero en 1891 emigró a los Estados Unidos. A los 18 años tuvo su primera bicicleta, gracias a los ahorros obtenidos trabajando como costurera. Sus logros nos muestran por qué fue una de las pioneras del deporte: en 1895 participó en su primera carrera ciclística, la Elgin-Aurora Century Course, en los alrededores de Chicago. ‘Century’ porque era una carrera de 100 millas de distancia (160 kilómetros aproximadamente). 

Tillie Anderson, ciclista sueca

Tillie Anderson, la gran ciclista sueca.

Anderson completó el recorrido en 6 horas, 59 minutos y 30 segundos, rompiendo el récord vigente de la prueba. A partir de ese momento, superar marcas sería parte de su carrera. Por ejemplo, mejoró el tiempo en la 1/2 milla (por 52 segundos) y estableció una nueva marca para las 100 millas (esta vez en 6 horas, 52 minutos y 15 segundos). 

Tillie Anderson participó en 130 carreras y las ganó casi todas 

Su talento era tal que el mismo año que empezó a competir (1895), la League of American Wheelmen –algo así como la Liga Americana de Hombres sobre ruedas– la reconoció como la mejor ciclista del mundo. ¿Exageraba? Lo cierto es que, entre 1895 y 1902, Tillie Anderson participó en 130 carreras y las ganó casi todas (apenas se le escaparon siete). Muchas de esas carreras correspondían a eventos de seis días, modalidad de pista muy popular por ese entonces.

Lamentablemente, la carrera de Tillie llegó a su fin en 1902 porque se les prohibió a las mujeres participar en competencias por múltiples accidentes (incluso fatales) que se habían dado. En el año 2000, Tillie Anderson fue incluida en el United States Bicycling Hall of Fame. Su historia es narrada en el libro Tillie the Terrible Swede: How One Woman, a Sewing Needle, and a Bicycle Changed History (2011). Más que justa su inclusión como una de las pioneras del ciclismo. 

Rodando contra barreras raciales

Hoy, este deporte sigue siendo un deporte machista, además de ser mayoritariamente blanco. Imaginen lo que tendría que vivir una ciclista afroamericana, hace más de un siglo, para ser incluida en ese estrecho mundo.

Kittie obtuvo una bicicleta a los 19 años (1893) y se unió al Riverside Cycle Club

Katherine Towle Knox (conocida como Kittie Knox) nació en 1874, cerca de la comunidad afroamericana de Cambridgeport, suburbio de Boston (EE.UU.). Tan solo 9 años antes, en 1865, la esclavitud había sido abolida en Estados Unidos luego de la Guerra Civil. Gracias a sus ahorros, trabajó como costurera (al igual que Tillie Anderson), Kittie obtuvo una bicicleta a los 19 años (1893) y se unió al Riverside Cycle Club, agrupación de ciclistas afroamericanos en Boston.

Kittie Knox

Kittie Knox, la estadounidense que no se dejó doblegar, por ser mujer y afro, para poder competir en el ciclismo

Existen pocos registros sobre los resultados de Kittie Knox en competencia. Muchos eran eventos de hombres en los que también participaban algunas mujeres. Sin embargo, más que por sus resultados, es recordada por sus luchas. 

Hacia 1894, Knox se hizo miembro de la League of American Wheelmen (que ya mencionamos más arriba y que abreviamos como LAW). La LAW ponía trabas a la aceptación de miembros de piel negra, tanto así que aquel mismo año votaron mayoritariamente por su exclusión. Sin embargo, Knox se había hecho miembro antes  y la decisión no la afectó en ese momento. 

Para no perderse de LA RUEDA SUELTA: No hay uno sin dos: grandes parejas del mismo país que dominaron el ciclismo de ruta

Pero en la convención nacional de la LAW, de 1895,  la rechazaron como integrante de la liga: Kittie Knox rodó hasta el lugar de la convención, junto a sus compañeros de club, desafiando la prohibición. Llegó con prendas de corte masculino y no con la típica falda. 

Su actitud desafiante y vestimenta no pasaron desapercibidas para la prensa. Varios diarios, entre ellos el New York Times, destacaron su presencia y arrojo, lo que estimuló la discusión sobre el veto racial impuesto por la LAW.

Kittie estuvo en algunos eventos Century (las carreras de 100 millas que ya mencionamos). No obstante, aún era cuestionada en la mayoría de eventos por su color de piel. A pesar de su lucha y la de otros más, el veto racial de la LAW continuaría nada más y nada menos que hasta 1999.

Kittie Knox falleció muy joven, a los 26 años, por una enfermedad renal. Varios sitios en internet reportan sobre su vida, pero tal vez su lucha se describe mejor en el estudio Boston’s Cycling Craze 1880-1900: A Story of Race, Sport, and Society.

La flecha humana

La tercera de nuestras pioneras del ciclismo, no menos importante, también fue una precursora en otros campos, además del ciclismo. La apodaban ‘La flecha humana’ y  su nombre era Hélène Dutrieu, nacida en Tournai (Bélgica), en 1877. 

Su hermano mayor también era ciclista, lo que pudo haber influenciado en la joven Hélène. Desde los 14 años ya asistía a la pista en su ciudad natal, anunciando así una vida vertiginosa.

Helene Dutrieu, ciclista belga

Dutrieu y su innegable labor como una de las pioneras del ciclismo

En 1895, con 18 años, estableció el récord mundial de la hora con paso marcado/pacesetting (es decir, detrás de otro vehículo), recorriendo casi 40 kilómetros. Ese mismo año también ganó una competencia de tandem, junto a su hermano, en el velódromo de Ostende. 

Su ascenso en las competencias de pista fue meteórico. En 1896 venció tanto en el Grand Prix d’Europe como en el Championnat du monde pour dames (ambos triunfos en la modalidad de velocidad sobre 2000 metros).

También se podría recordar a Alfonsina Strada, posterior y más famosa que las anteriores: completó el Giro de Italia masculino (encubierta como hombre en principio) de 1924…

Su fama fue continental: Dutrieu viajó hasta Londres para tomar parte en carreras realizadas en el Royal Aquarium. Allí, en 1897, triunfó en la Twelve Days Lady Cyclists International Race. El mismo año también revalidó su ‘título mundial’ en Ostende. Por sus éxitos, el rey Leopoldo II le otorgó la Cross of Saint André. 

Su espíritu aventurero y audaz la llevó a experimentar otras actividades: a los 26 decidió hacer exhibiciones acrobáticas en el teatro Olympia de París, primero sobre una bicicleta y luego sobre una moto. Esa vida ligada con la velocidad la llevó muy pronto a otro medio de transporte: el aeroplano. 

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A los 31 años fue la primera mujer en Bélgica en obtener una licencia para pilotar. Durante la Primera Guerra Mundial, Hélène prestó sus servicios al ejército francés, primero como piloto de reconocimiento, y luego como conductora de ambulancia.

Dutrieu, ciclismo y aviación

En su momentos gloriosos como aviadora

Dutrieu sería un ícono tanto del ciclismo como de la aviación. En Tournai y en Ghent (Bélgica) hay calles nombradas en su honor. También tiene su espacio en el Museo del Tour de Flandes (Oudenaarde).

Escoger apenas tres mujeres es complicado. Por ejemplo, Annie ‘Londonderry’ Kopchovsky también es contemporánea. De ella se dice que fue la primera mujer en dar la vuelta al mundo en ‘bici’ (en 1894). También se podría recordar a Alfonsina Strada, posterior y más famosa que las anteriores: completó el Giro de Italia masculino (encubierta como hombre en principio) de 1924… Además, de dos Giros de Lombardía (1917 y 1918).

En todo caso, las vidas y hazañas de estas pioneras del ciclismo, Anderson, Knox y Dutrieu, nos recuerdan las constantes luchas que han llevado y que siguen sosteniendo las mujeres que dedican su vida al ciclismo. Este es un deporte donde las capacidades atléticas femeninas están en constante lucha contra los prejuicios machistas. 

 

* Antropólogo y fanático del ciclismo. @Paleohidalgo en Twitter. 

3 comentarios en “La inaudita lucha de tres mujeres que fueron pioneras del ciclismo femenino”

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