Agustina Bazterrica: «el lector que está en mi cabeza es el mayor tirano de todos».

Cadáver exquisito, publicada en 2017 y traducido a más de 30 lenguas, mantiene su éxito en ventas e impacto. En esta entrevista, Agustina Bazterrica disecciona su novela, habla de sus miedos reales y del sistema que normaliza el horror. Algunos lectores aún le piden una segunda parte.

Agustina Bazterrica (foto horizontal)
Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974) es licenciada en Artes (UBA) y ganadora de reconocimientos como el Premio Clarín Novela (2017) y el Ladies of Horror Fiction (2021, E.U.). Foto: Ángela López.

En el colegio, Agustina Bazterrica ya estaba contando historias. Mientras aprendía a escribir, su madre recuerda que algunos de esos párrafos terminaban pegados en la cartelera, como si la escuela hubiera adivinado, antes que ella, que ahí había una vocación.

Después vinieron los poemas de adolescente, “muy malos”, pretenciosos, artificiales, el tipo de escritura que uno hace para probarse y posar. Bazterrica no lo esconde.

El giro llega con una profesora-tallerista que sigue siendo su brújula, Liliana Díaz Mindurry. Con ella, dice, empezó a escribir de manera sistemática y a leer de forma “más activa”, como disciplina y compañía.

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Estudió Artes en la UBA (Universidad de Buenos Aires), sí, pero vuelve una y otra vez a esa escena inicial, la de la lectura como motor y la ficción como espacio donde se ensaya lo que niega la cotidianeidad.

En Colombia, los lectores la conocen por Cadáver exquisito, sobre una epidemia que vuelve “incomible” la carne animal y el Estado legaliza la cría y el consumo de humanos, rebautizados como “cabezas”, para sostener la industria alimenticia. En ese mundo trabaja Marcos, un gerente de frigorífico que ve de cerca cómo la barbarie se normaliza con leyes y procedimientos.

Una distopía que muestra cómo lo monstruoso puede volverse rutina, un mundo que convierte el cuerpo en mercancía y le da un giro a la moral para que todo parezca normal.

Es una novela que pregunta por nuestros miedos reales, por los mecanismos con los que una sociedad justifica lo injustificable y por ese momento en que la metáfora desaparece, ya no es exageración, y entra en lo viable.

Bazterrica cuenta que el libro ya suma traducciones a más de 30 lenguas, múltiples ediciones según el país y una circulación inesperada en aulas. Dice que ha conversado con estudiantes en más de cien escuelas en Argentina, y también con lectores jóvenes que le escriben para decirle “yo no leía y gracias a tu libro quiero leer”.

Agustina Bazterrica (foto)
Portadas del libro en los diferentes países que ha sido traducido.

Esa confianza con los lectores no le quita rigor. Antes de publicar, pasa cada manuscrito por un pequeño comité de cercanos, su marido, su hermana y Liliana. Y, además, les paga a dos escritores para que lo despedacen y le devuelvan una lectura despiadada. En el caso de Cadáver exquisito, ese filtro incluyó a los autores Gabriela Cabezón Cámara y Félix Bruzzone.

Después, se aleja porque “una vez que está todo ese proceso, yo después no leo las reseñas”. Aprendió que siempre habrá alguien a quien no le guste tu trabajo y que, llegado ese punto, “el libro ya es de los lectores”.

LA RUEDA SUELTA: En Colombia muchos llegamos a usted por Cadáver exquisito. Cuando la escribió, ¿qué miedo real le empujó a imaginar un mundo donde el canibalismo es una industria?

A.B.: Hay un miedo atávico, el tabú de que te coman —literalmente— alguien o, peor, que se coman a alguien cercano. Pero lo que me obsesionó fue cómo el capitalismo convierte cualquier cosa en mercancía y cómo el patriarcado administra la violencia sobre los cuerpos. Es una amenaza cotidiana que está en el libro.

Hay un miedo atávico, el tabú de que te coman —literalmente— alguien o, peor, que se coman a alguien cercano.

LA RUEDA SUELTA: Ese miedo no suena abstracto. ¿Qué significa escribir desde Latinoamérica, siendo mujer, con esa vulnerabilidad siempre cerca?

A.B.: Implica estar atravesada por una vulnerabilidad constante. Más allá de mis privilegios, el libro viene de esa sensación de estar siempre al borde del abismo. Ser mujer en esta región significa convivir con una violencia económica y física que puede hacer que desaparezcan tu cuerpo o te silencien en cualquier momento. Cadáver exquisito no es solo una crítica al capitalismo abstracto, sino una respuesta a esa amenaza cotidiana que es real y palpable.

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LA RUEDA SUELTA: En la novela se leen propósitos políticos clarísimos. ¿Los escribió con esa intención, o aparecieron después?

A.B.: No escribí pensando: “ahora critico al capitalismo” o “ahora hago una tesis”. La historia fluyó y después, con las lecturas de otros, la novela se fue abriendo. Me interesa que se lea en capas. Por ejemplo: ¿por qué a Marcos le “regalan” una hembra y, además, sin cuerdas vocales? Ahí hay una clave, una mujer convertida en objeto y una metáfora concreta de las mujeres silenciadas.

“Ser mujer en esta región significa convivir con una violencia económica y física que puede hacer que desaparezcan tu cuerpo o te silencien en cualquier momento”.

LA RUEDA SUELTA: En la novela el límite entre animal, ser humano y “persona” es poroso…

A.B.: Trabajo con eso todo el tiempo. Jazmín es un ser humano y es un animal, pero el sistema le niega la condición de persona. A las “cabezas” también, pues para poder consumirlas hay que quitarles identidad, nombre, historia. Esa operación, la de borrar a alguien antes de explotarlo, es uno de los mecanismos más antiguos de la violencia.

Bazterrica y otros dos libros

Portada de Las indignas, de Agustina Bazterrica

Las indignas

Año: 2023 · Páginas: 192

En una comunidad cerrada donde la fe funciona como vigilancia, una mujer intenta sobrevivir al mandato, al castigo y al deseo. Bazterrica vuelve a una distopía donde el terror nace de lo cotidiano y de cómo el lenguaje aprende a obedecer.

Portada de Matar a la niña, de Agustina Bazterrica

Matar a la niña

Año: 2013 · Páginas: 222

Un libro de relatos donde lo familiar se tuerce con una naturalidad inquietante, maternidades, infancia, hambre, cuerpo y culpa. Bazterrica escribe con una precisión fría y compasiva, cada historia te lleva a un punto donde la ternura convive con lo atroz, y lo cotidiano.

LA RUEDA SUELTA: En esa lógica, el patriarcado parece un engranaje más del sistema. ¿Cómo lee usted ese “consumo” social de las mujeres y la forma en que la justicia falla?

A.B.: Existe un canibalismo simbólico en cómo la sociedad consume a las mujeres. Lo vemos cuando la justicia ignora denuncias sistemáticas (como el caso de la maestra que denunció 20 veces y terminó asesinada) o cuando se justifica un feminicidio por el oficio de la víctima. Para poder consumir a un ser humano, primero hay que quitarle su condición de sujeto. El patriarcado funciona así, oprime a las mujeres, pero también atrapa a los varones en roles de ‘macho tóxico’ de los que muchos no pueden salir, convirtiéndolos también en piezas de esa maquinaria.

Para poder consumir a un ser humano, primero hay que quitarle su condición de sujeto.

LA RUEDA SUELTA: Y al mismo tiempo hacemos lo contrario, humanizamos a nuestras mascotas. ¿le interesaba esa contradicción moral?

A.B.: Sí, porque revela cómo funciona la empatía. A muchos lectores les impacta más lo que pasa con los cachorros que lo que pasa con un ser humano convertido en producto. Ese desbalance me importa, ¿a quién le concedemos humanidad y por qué? El libro cuestiona eso.

Una youtuber lee fragmentos de Cadáver exquisito.

LA RUEDA SUELTA: Su prosa es fría, el horror se narra como si fuera muy normal. ¿Cómo encontró esa voz?

A.B.: Yo no escribo siempre así, cada libro pide su registro. En Cadáver exquisito el material exigía un tono quirúrgico. Si lo hacía barroco, lo embellecía; y yo quería lo contrario, que el golpe fuera directo. Las frases cortas te dejan sin aire. Y también me interesaba esa idea de la vida administrada.

LA RUEDA SUELTA: ¿Qué obras, lecturas e imágenes le alimentaron para escribirla?

A.B.: De todo, arte, ficción y, sobre todo, ensayos. Pienso en Goya y Saturno devorando a su hijo como imagen fundacional. Leí una tesis doctoral de un escritor colombiano, Adolfo Chaparro Amaya, Pensar caníbal, que fue clave. También Extraños animales, de la filósofa argentina Mónica Cragnolini; artículos de Lévi-Strauss; ficción como El entenado, de Juan José Saer; vi muchas películas, incluso la serie Hannibal. Me empapé de ese universo para que la idea no quedara en “shock”, sino en pensamiento.

“En ‘Cadáver exquisito‘ el material exigía un tono quirúrgico. Si lo hacía barroco, lo embellecía; y yo quería lo contrario, que el golpe fuera directo”.

LA RUEDA SUELTA: Usted pertenece a una generación de escritoras argentinas que están marcando la pauta en el mundo. ¿Siente que el canon literario finalmente se está abriendo?

A.B.: Totalmente. Antes las bibliotecas eran 99% varones; esa era la norma. Pero autores como Mariana Enríquez —que es una verdadera rockstar, alguien que llena estadios y genera un fervor increíble— o Samanta Schweblin, han abierto caminos fundamentales. Ellas no solo ampliaron el canon para nosotras, sino que formaron a lectores y lectoras que antes no leían a mujeres. Hoy hay una apertura hacia las voces femeninas y las disidencias que es histórica y necesaria.

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LA RUEDA SUELTA: En su novela hay silencios deliberados, cosas que no se nombran, huecos que el lector debe completar…

A.B.: Me interesan los lectores activos. Para mí lo peor es un libro que te informa todo. Prefiero sugerir, mostrar, dejar que el sentido se arme con lo que falta. Hay ausencias hechas a propósito, como ciertos mundos que no se describen, y también símbolos que funcionan en negativo, como el zoológico abandonado, por ejemplo.

LA RUEDA SUELTA: El origen del “virus” tampoco se explica del todo. ¿Por qué?

A.B.: Porque justamente en mi novela no se sabe de dónde surge el virus, si es que el virus es real. Y en el mundo real pasa algo parecido: circulan teorías, versiones, hipótesis, pero no siempre hay una certeza cerrada sobre el origen.

Agustina Bazterrica
‘Cadáver exquisito’ vendió más de medio millón de ejemplares. Las indignas, lo más reciente de Bazterrica, va por la quinta edición. Foto: Ángela López.

LA RUEDA SUELTA: Hay detalles del futuro, como videollamadas y traductores, que anclan la distopía sin convertirla en ciencia ficción dura.

A.B.: Porque quería poner muy pocos elementos que hablaran de un futuro del que no se sabe la fecha, pero que indicara concretamente que no era el año en el que la escribí. Cuando salió en 2017, por ejemplo, no era tan común llamarnos por video. Y lo mismo con los dispositivos de traducción instantánea, que recién ahora se están empezando a implementar. Me interesaba plantar esas señales.

“La historia no es una flecha que siempre apunta hacia el progreso… la veo más bien como un péndulo. Y ahora ese péndulo está volviendo hacia lugares de mucha oscuridad”.

LA RUEDA SUELTA: Para usted lo estético y lo ético no se separan, pero tampoco escribe para “convertir” a nadie…

A.B.: Para mí no se pueden separar lo estético y lo ético. Pero no me interesa conquistar la mente de los lectores ni volver a los carnívoros en vegetarianos. Me interesa, idealmente, que hagas una reflexión, la que sea, y que el libro te abra preguntas.

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LA RUEDA SUELTA: Mencionaba antes que la ficción ensaya lo que la vida niega. Viendo el panorama actual, ¿le asusta que la realidad se esté «distopizando»?

A.B.: Me preocupa mucho el retroceso. A veces caemos en el error de creer que la historia es una flecha que siempre apunta hacia el progreso y el bienestar, pero yo la veo más bien como un péndulo. Y ahora ese péndulo está volviendo hacia lugares de mucha oscuridad. Me asombra ver a mujeres cuestionando el voto femenino o a jóvenes apoyando discursos que creíamos superados. Hay una reacción de ultraderecha contra derechos conquistados que es alarmante. Por eso prefiero hablar de «seres humanos» y no de «hombres», para no invisibilizar a nadie en un momento donde el lenguaje también se está volviendo una herramienta de exclusión.

“A muchos lectores les impacta más lo que pasa con los cachorros que lo que pasa con un ser humano convertido en producto”.

LA RUEDA SUELTA: Después del éxito, las traducciones y las lecturas en colegios, ¿sintió presión por escribir Cadáver exquisito 2?

A.B.: Me lo pidieron, sí, pero no lo voy a hacer. Cada libro es una obsesión distinta, esa búsqueda ya terminó. Yo intento no caer en la presión del “otro bestseller”. Escribo porque es mi vocación. Puede pasar que mañana nadie me publique y voy a seguir escribiendo igual. Y con Cadáver exquisito jamás imaginé que iba a traducirse a más de 30 idiomas o que iba a leerse en escuelas.

LA RUEDA SUELTA: De hecho, muchos adolescentes le leen y le escriben. ¿Le sorprendió?

A.B.: Muchísimo. Nunca la pensé “para jóvenes”, pero se dio. Me escriben chicos y chicas todo el tiempo para decirme: “yo no leía y con tu libro me dieron ganas de leer”. Eso me conmueve porque el libro es duro. Y, sin embargo conecta, quizá porque no subestima al lector.

Portada de Cadáver exquisito
La portada de ‘Cadáver exquisito‘.

LA RUEDA SUELTA: Para llegar a donde llegó, ¿qué tanto hay de investigación?

A.B.: Mi compromiso con la escritura es total; estuve seis meses investigando antes de escribir la primera palabra. No escribo para complacer, sino para alcanzar la mejor versión posible de una búsqueda que, una vez terminada, ya no me pertenece. Pienso sí en el lector que está en mi cabeza, que es el mayor tirano de todos los lectores posibles…”.

LA RUEDA SUELTA: Argentina es un país de carne, ¿la gente que la comercializa no la cuestionó?

A.B.: Y no, no hubo reacciones. Al contrario, gente de la industria de la carne me dijo: ‘Es exactamente así como se faenan los animales, ¿a qué frigorífico fuiste?’. Y yo nunca fui a ninguno. Sí hubo quien dejó de comer carne… y también quien terminó el libro y se comió un asado después.

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