«Siempre me vi reflejado en uno de los Victorinos»: Carlos Duplat

Creó ‘Amar y vivir’, ‘Fronteras del regreso’, ‘Los Victorinos’ y otros hitos de la televisión. Lo torturó el Ejército, estuvo encarcelado en La Picota y lo echaron de la revista Alternativa. Recordamos a Carlos Duplat, un hombre que le metió calle a los dramatizados colombianos.

Carlos Duplat tiene 80 años y nació en Cúcuta. Foto de El Universal /Julio Castaño

* Carlos Hugo Jiménez Enciso

Cuando a Carlos Duplat se le pregunta que de dónde saca tantas historias de impacto y recordación, responde sin arandelas: “De lo popular, porque es allí donde existen esos mundos en los que todos quieren verse reflejados. En esa ‘colombianidad’ que debe contarse en un medio popular como la televisión”.

El éxito de Amar y vivir (1990), una de sus joyas, lo atribuye a que las clases populares, que nunca habían sido protagonistas de nada en el país, lo fueron.

“Se vieron -dice- con todas sus pasiones, bochinches, formas de hablar, conflictos y eso llegó al sentimiento del televidente”.

Con Duplat no había finales trillados o cuento de hadas. Lo mismo hizo con el polémico, pero nunca olvidado drama de Los Victorinos (Cuando quiero llorar no lloro), que se transmitió en la franja de El cuento del domingo.

El desaparecido Fernando Gaitán, creador de Yo soy Betty, la fea, Café con aroma de mujer y Hasta que la plata nos separe, entre otras, llegó a decir de Duplat: “Enseñó que el drama puede ser sutil y sofisticado”.

Juana Uribe, guionista de producciones como Perro amor, Escobar, el patrón del mal y, más recientemente Bolívar, dijo que Duplat puso en escena cierta estética y lenguaje popular, como en Amar y vivir (1988).

Lo crudo en la televisión

Justamente, este dramatizado, de finales de los años 80, que reclama un lugar dentro de los hitos de la televisión nacional, surgió en el ambiente bullicioso y colorido de la plaza de mercado de Las Ferias, una de las más emblemáticas de Bogotá.

La serie, original de Germán Escallón, escrita y dirigida por Carlos Duplat, se basó en la crudeza del lenguaje, el realismo de los acontecimientos y la autenticidad de los personajes.

“Queríamos una historia de gente de verdad, la que vive en las calles, que lucha para sobrevivir y al mismo tiempo desea amar. Y en esa primera parte, nada mejor que ir a una plaza de mercado donde están esos seres reales”, le cuenta Duplat a LA RUEDA SUELTA, refiriéndose a la génesis de ‘Amar y vivir’.

También sirvió como referencia Pepe Sánchez, con ‘Don Chinche’, que por primera vez sacó las cámaras de los estudios para untarlas de calle.

Para la época, el idilio entre Irene Romero (María Fernanda Martínez) y Joaquín Herrera (Luis Eduardo Motoa), alcanzó altos índices de sintonía.

Joaquín (Luis Eduardo Motoa) e Irene (María Fernanda Martínez), en una escena de ‘Amar y Vivir’.

Duplat le presentó el proyecto a RTI, Caracol y RCN, pero lo rechazaron. Sí lo aceptó Colombiana de Televisión con la condición de no ir con más de diez capítulos. La respuesta de los televidentes, que se vieron reflejados, según el libretista, obligó a prolongarlos hasta 30.

(ALERTA DE SPOILER). Los dueños de la programadora pidieron alargue. Sin embargo, el destino de Joaquín ya estaba trazado y murió, en una conmovedora escena, viendo a su amada triunfar en el canto.

“Como las épicas griegas, el romance de ‘La Alondra’ y el ‘Soldadito’, como llamaba despectivamente el malvado Cuéllar (Waldo Urrego) a Joaquín, terminó en tragedia. Así sucedía en el cine mexicano de la época de María Félix, Jorge Negrete y Pedro Infante”, explica Escallón, que fue popular por la comedia NN, donde encarnó a Nerón Navarrete.

Y confiesa que su admiración por las plazas de mercado, como la de España, a donde iba a comer caldo de pajarilla, y la obsesión por los musicales de Broadway, inspiraron el guion.

También sirvió como referencia Pepe Sánchez, con Don Chinche, que por primera vez sacó las cámaras de los estudios para untarlas de calle.

En el alma de los personajes

El dramatizado, de la mano de Duplat, mezcló acciones del cine negro gringo, de los mafiosos de los años veinte, o de las que inmortalizó la saga de El Padrino, con la entraña popular y donde en temas de amor no se vio el cliché del romance del galán rico y la niña pobre.

“Sin diferencias sociales, pero sí en contextos cotidianos, dice Escallón. De ahí la etapa de los serenateros y el ambiente de los inquilinatos recreados en casas de La Candelaria y, posteriormente, el camino al estrellato musical de Irene.

Duplat y su esposa, Luz Mariela Santofimio, capaces de meterse en el alma de los personajes y hacerlos tan reales como la vida misma, a decir del director, agregarían situaciones ocurridas en deshuesaderos de carros y en el mundillo de los políticos corruptos.

…Generó polémica cuando salió a escena Jenny, una sensual prostituta apodada ‘La pereirana’, interpretada por Marcela Gallego.

Esta pareja también escribió Fronteras del regreso, La caponera, Detrás de un ángel y adaptaron la novela Cuando quiero llorar no lloro (Los Victorinos), del novelista venezolano Miguel Otero Silva.

‘La Pereirana’ (Marcela Gallego) y Eduardo (Orlando Valenzuela), en ‘Fronteras del regreso’.

El trío de Amar y vivir: Duplat, Santofimio y Escallón coincidieron en Fronteras del regreso, que mostró, en esencia, la tragedia de los indocumentados.

La serie contó cómo Eduardo (Orlando Valenzuela), recién casado con Alejandra (Maribel Abello), es víctima de delincuentes que lo drogan en un aeropuerto.

El hombre pierde la memoria y va a parar al vecino país. Allí se relaciona con prostitutas, gays y maleantes. Su mujer es engañada y cree que él ha muerto en un accidente aéreo.

Las protestas

Sin embargo, Fronteras del regreso, si bien dibujaba un drama tan parecido al de hoy -los colombianos eran los que iban a Venezuela-, generó polémica cuando salió a escena Jenny, una sensual prostituta apodada ‘La pereirana’, interpretada por Marcela Gallego.

A los pereiranos no les hizo ninguna gracia que en la producción se utilizara ese apodo para referirse a una mujer de ‘vida alegre’, porque se atentaba contra el buen nombre de las damas de la ciudad.

En su momento, la actriz que admitió haberse metido en el mundillo de los prostíbulos para elaborar un personaje que no cayera en clichés, consideró la discusión estéril.

Marcela Gallego defendió el papel con el argumento de que el hecho de que Jenny fuera de Pereira, no indicaba que todas las mujeres de ‘la perla del Otún’, ejercieran ese oficio.

De todos modos, se suprimió de la historia.

“Cuando Victorino se encuentre con Victorino y Victorino, Victorino morirá”

Dago García, productor, director y libretista, explica que en los años ochenta la televisión empezó a tener contactos más cercanos con la realidad. Vinieron los trabajos de Pepe Sánchez (Romeo y buseta, La historia de Tita, Vivir la vida), los de Jorge Alí Triana (Pecado santo, Los motivos de Lola).

Y dentro de ese grupo -dice García- Duplat fue uno de los primeros en adentrarse en la marginalidad. Descubrió mundos de los cuales, hasta ese momento, solo se había ocupado el cine”.

De la vida real

Carlos Duplat dice que la mayoría de sus historias se ha nutrido de la imaginación, aunque mucho tiene que ver la realidad: “En Los Victorinos’ me sentí reflejado en Victorino Perdomo, el de clase media. Como él, estuve en el seminario, pero renuncia a esa vida y va en busca de la que realmente quiere, aunque encuentra frustraciones”, comenta entre risas.

Este personaje, Victorino Perdomo, es de ideas de izquierda y hace parte de un grupo guerrillero llamado Defensa popular.

Duplat es recordado además por la experiencia de cuatro años en los calabozos de La Picota, sometido y torturado bajo el Estatuto de Seguridad del Presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) por su cercanía al M-19, entonces grupo subversivo.

Los Victorinos

Ramiro Meneses, Ricardo Gómez y David Guerrero, protagonistas de ‘Los Victorinos’.

No alcanzó a reaccionar a la advertencia que le hicieron de “perderse del mapa”, luego de que varios guerrilleros del M-19, en la madrugada del 1 de enero de 1979, en la llamada `Operación Ballena Azul`, desocuparon el depósito de armas del Ejército en el Cantón Norte de Bogotá.

Duplat ha dicho que su vinculación al desaparecido grupo tuvo una relación más de carácter intelectual que de activista. Y se dio por la admiración y amistad que tuvo con Jaime Bateman, uno de los referentes de ese movimiento. “Nunca existió un alistamiento oficial”, aclara.

Cuando se fundó la revista Alternativa, el 15 de febrero de 1974, por iniciativa de Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón, fue encargado de organizar el diseño y maquetación de la misma en los primeros números.

Pero Orlando Fals Borda y el ensayista Augusto Libreros, integrantes del nuevo fenómeno periodístico, no vieron con ‘buenos ojos’ la cercanía que Duplat tenía con el M-19. Y lo sacaron.

Apenas sí conocía a Bateman: “Luego me fui acercando y les fui colaborando cada vez más. Les dictaba cursos, etc.”.

Duplat salió de la revista junto con el economista y profesor Bernardo García, a la sazón primer director y quien propuso el nombre de la revista.

“Con el grupo con el que me sacaron nos unimos y creamosAlternativa del pueblo’, que tuvo una vida muy corta por falta de finanzas”, cuenta.

Encuentro fatal

Después del éxito de Amar y vivir, Duplat no durmió en los laureles y se le midió al reto de Los Victorinos, en la franja de El cuento del domingo; la particular vida de tres jóvenes del mismo nombre, nacidos en la misma fecha y signados por la tragedia una vez cumplieran los 18 años.

Los diferenció y de qué manera, el estrato social: Victorino Moya, de clase baja (Ramiro Meneses); Victorino Perdomo (Ricardo Gómez), de clase media, y Victorino Umaña (David Guerrero), de clase alta.

La actriz Patricia Grisales lo describe: “El realismo de Duplat es tal que, en mi papel de mamá de Victorino Perdomo, grabé en un prostíbulo cuando fui a buscar al muchacho enamorado de una de estas mujeres. También en la cárcel Distrital estuve con reclusos de verdad.

De nuevo acudió a la experiencia de Luz Mariela Santofimio y adaptaron la novela Cuando quiero llorar no lloro, sobre la escabrosa realidad de tres muchachos venezolanos en la época de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.

La predicción de Reihman, en la escena: Ómar Sánchez, Margalida Castro y Maribel Abello.

La idea nació de ese impulso de mostrar gente real. Al principio, no hallaba cómo acondicionar el relato al medio colombiano”, admite Carlos Duplat. Y agrega que se le ocurrió lo de la maldición sobre ellos, según la cual, cuando “Victorino se encuentre con Victorino y Victorino, Victorino morirá”.

ALERTA DE SPOILER. Y en el último capítulo, emitido el 18 de agosto de 1991, en un asalto a un banco los tres coinciden y se cumple la premonición del mentalista Reihman (Ómar Sánchez)

Ramiro Meneses, que encarnó a Victorino Moya, arrastrado a la criminalidad, dice que Carlos Duplat está dotado de extrema sensibilidad que le permite ver la realidad en términos de ficción.

“En el caso de mi personaje, vio la pobreza no solo como eso, sino como un cuento social, como un cuento poético, la pobreza con todas sus falencias y las virtudes que tiene el ser pobre en un universo mágico y casi imperceptible a las cámaras”, resume el también protagonista de Rodrigo D No futuro.

Entre más real…

La actriz Patricia Grisales lo describe: “El realismo de Duplat es tal que, en mi papel de mamá de Victorino Perdomo, grabé en un prostíbulo cuando fui a buscar al muchacho enamorado de una de estas mujeres. También en la cárcel Distrital estuve con reclusos de verdad.

Y el nacimiento de su Victorino fue ‘real’ en un hospital del sur. Tan pronto nació el bebé se lo quitaron a la mamá y se lo pasaron a Grisales para la escena.

El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) suspendió la serie desde el 30 de junio de 1991 y hasta el 28 de julio del mismo año.

Los Victorinos, como casi todo lo de Duplat, no fueron ajenos a la polémica, a las críticas y a la censura. A juicio de muchos televidentes hubo episodios que se salieron de los límites de lo moral, especialmente, en ‘travesuras’ realizadas por los Victorinos en su niñez:

El rico (Lukas Cristo), en un acto de rebeldía, tras sorprender a su papá en una escena íntima con una de las amantes, orina desde un segundo piso a los invitados a una reunión

El de clase media (Manolo Cruz), en una fiesta, levanta las faldas de manera obscena a las mujeres asistentes a una reunión, incluso a su propia madre.

El pobre (Larry Mejía) encierra a sus hermanos en un rancho que arde.

Por Carlos Duplat, dice el actor Luis Eduardo Motoa, por primera vez se habló de una historia popular y no costumbrista en la televisión nacional.

Incluso un televidente citó el pasaje bíblico 18, 6-7 de San Mateo: “Y cualquier que haga tropezar a algunos de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se hundiese en lo profundo del mar”, en clara protesta por lo que consideró una afrenta a la niñez.

El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) suspendió la serie desde el 30 de junio de 1991 y hasta el 28 de julio del mismo año. RTI tuvo que emitirla en un horario más nocturno.

Y aunque se insinuó ‘suavizar’ escenas futuras, lo cierto es que ‘Los Victorinos’ desarrolló capítulos con dosis de violencia hasta el final, (alerta de spoiler) cuando el Victorino pobre muere desangrado; el de clase media, cae en medio de un tiroteo, y el rico, se suicida.

“Mi experiencia en La Picota no es algo para olvidar. Al contrario, aprendí muchísimo de ver a mi país, condensado allí. Y aunque se dijo que quise hacer una novela de esas experiencias, no recuerdo haberlo dicho, sí muchas de ellas las integré a las realizaciones que hice posteriormente”, concluye Carlos Duplat, el mismo que interpretó al ricachón Juan Koppel, abuelo complaciente de Victorino Umaña.

*Periodista que trabajó en El Tiempo, TVyNovelas y 15 Minutos, entre otros. En Twitter:@chjimeneze

 

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