‘Canción animal’ y la naturaleza insaciable del uno nueve noventa

Canción animal recién cumplió 30 años del lanzamiento. El álbum más reverenciado de Soda Stereo. ¿Qué lo hace tan especial? Un fanático de la banda nos lo explica. 

Gustavo Cerati, líder de Soda Stereo, en un concierto en Guayaquil. Crédito: Wikimedia Commons. 

Daniel Ospina *

Una de las mejores descripciones de Soda Stereo la hizo el mismo Gustavo Cerati, al decir que el trío era “una banda pop que absorbió la cultura rock”.

Hace unos días, en Twitter, hizo eco de esas palabras Benito, el hijo del fallecido cantante y guitarrista, al considerar que Soda era una banda más de pop que de rock, aun cuando tuviese guitarras siempre al frente, comparando su caso con el de Duran Duran. Añadió que si bien en su considerada obra maestra, Canción animal, se acercan más al rock, él la veía desde una mirada pop.

Aunque parecen opuestos, el rock y el pop coexisten perfectamente. Y en el caso de Soda mucho más, porque la intensidad, la melodía, el ingenio, el amor de la gente hacia sus canciones y, sobre todo, las ganas de ofrecer siempre algo más de lo que se espera son recurrentes en sus 7 LPs. Pero, ¿Qué hace de Canción animal el más reverenciado entre todos ellos? ¿Por qué marcó un punto de inflexión en sus carreras aún más grande que Nada personal o Signos a mediados de los ochenta?

‘Canción animal’ fue lanzado el 7 de agosto de 1990, y es el quinto disco de Soda Stereo. La imagen de los leones apareándose es una referencia a la relación de Cerati y su novia, Paola Antonucci. El álbum  tiene 10 canciones y 47 minutos y 15 segundos. Crédito: Wikimedia Commons. 

Fundamentalmente por un cambio de estatus. Pasaron de ser la banda del momento, la responsable de términos como la “sodamanía” o “su majestad Soda Stereo”, más asociados a su popularidad que a su música.

Ahí donde Los Toreros Muertos, Los Prisioneros o Miguel Mateos son identificados principalmente con los años ochenta y otras etiquetas como “rock en tu idioma”  por no leer el cambio de paradigma en la música del momento y no adaptarse a él.

En cambio, el trío argentino se mantuvo vigente al punto de convivir igualmente durante la década posterior con otros nombres como Café Tacvba, Los Fabulosos Cadillacs, La Ley o Aterciopelados, entre otros, que protagonizaron ese momento donde MTV Latinoamérica llevó el rock en español a toda la región.

PEDRO AZNAR

Aunque, a menudo, se le da importancia al peso que tuvo el emergente rock alternativo anglosajón en su sonido, fue más decisivo el redescubrimiento que hicieron del rock argentino de los años setenta. Bandas como Vox Dei, Arco Iris, o las múltiples bandas de Charly Garcia o el “Flaco” Spinetta, en ese periodo fueron un argumento sólido para endurecer su sonido y desmarcarse del new wave/post punk predominante en sus trabajos previos.

Hay varias evidencias de ello. Por un lado, la participación del emblemático bajista y cantante de Serú Girán, Pedro Aznar, quien aportó las voces de apoyo en 1990 y Sueles dejarme solo, además de contribuir con los arreglos vocales para (En) El séptimo día (que con sus referencias bíblicas parece un guiño a Vox Dei) y Un millón de años luz. Por otro, Té para tres deja ver como ninguna esa influencia de Spinetta en las composiciones de Cerati.

En ese orden de ideas, que el álbum (y uno de los temas) se llame Canción animal no es casualidad: sea que hablemos del juego libre entre erotismo y celebración de la música en De música ligera, del erotismo puro de Entre caníbales, las historias nauticas de Hombre al agua y Cae el sol, o la rabia de Sueles dejarme solo, hablamos de un disco donde confluyen el predominio de las guitarras sin caer en la estridencia, las letras más directas de Gustavo Cerati aun cuando persiste esa virtud suya de hacer que parezca simple lo complejo, y la clara necesidad de ofrecer un LP más uniforme que los anteriores.

Imagen de Soda Stereo, en 1990, año en el que lanza ‘Canción animal’. Crédito: Wikimedia Commons. 

Claro que el secreto para conseguirlo fue menos simpático. Comparado con el proceso creativo de Nada personal o Signos, donde las canciones y los arreglos eran de los tres integrantes, Canción animal fue el primer esfuerzo claro de Cerati por hacerse con el liderazgo de Soda Stereo.  Al presentar las canciones al resto, ya tenía una visión de lo que quería. Y era  ajena al resto de miembros (más allá de que no dudaron en reconocer lo acertada de esa dirección).

Y de ese modo con el apoyo de Daniel Melero, teclista invitado junto a Tweety González, mantuvo esa posición de poder durante todo el proceso de grabación y más allá, hasta la separación del trío, en 1997.

LAS INFLUENCIAS

Pero aunque está considerado como su mejor placa y fue el motor para los dos años que duró la Gira Animal (entre agosto de 1990 y mayo de 1992), que tuvo como epílogo su concierto ante 250.000 personas en la Avenida 9 de Julio en Buenos Aires, lo mejor de Canción animal en el fondo fue allanar el camino a un LP todavía más radical: Dynamo. Este, identificado plenamente con la movida alternativa del momento (y especialmente atento a lo que ocurría con el shoegaze y el auge de la música house en Inglaterra) puso en común esas influencias con la contundencia encontrada de su antecesor.

Aunque tuvo la mala suerte de publicarse cuando terminaban contrato con BMG y negociaban tras bambalinas otro con Sony (lo que afectó su promoción) y fue más difícil de asimilar para sus fans porque estas influencias británicas no eran tan difundidas en comparación con el grunge de Nirvana, fue tan adelantado a su época que al escucharlo hoy no desentona para nada con la multitud de bandas latinoamericanas del nuevo milenio inspiradas en esos estilos.

Lo que le permitió a Soda brillar como nunca en Canción animal fue el hecho de que sus canciones no le debían nada a nadie. Con todo y las influencias mencionadas, hay tramos que se sienten únicos, definitorios para el trío y el nombre que cargaban a cuestas.

* Periodista musical.

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