La literatura de Ariana Harwicz es desafiante, cuestiona, reflexiona y se mete en los altibajos de la condición humana. En Colombia se consiguen varias de sus novelas, como ‘Degenerado’, ‘Mátame amor’ y ‘La débil mental’.
José Ángel Báez A.*
Es absolutamente seria. Incluso describible como trascendental y firme, tanto como algunos personajes femeninos y volcánicos de sus novelas.
Empieza a presentarse, a decir que vivió la mayoría de su vida en Buenos Aires, pero que desde 2007 está en Francia, en una zona campestre, casi medieval, cerca al Loira, el río más largo y salvaje de ese país.
Fue en este bucólico paraje donde comenzó la redacción de la novela Mátame, amor (2012), impulsada por lo que ella llama «un exilio interno», que asemeja a la experiencia de quien escribe desde la cárcel, en medio de una guerra o lidiando con una enfermedad cercana a la muerte.
No salió de Argentina por razones políticas, pero sí era inmigrante en Europa, una extranjera que debía adaptarse a una lengua, a aprender otros modales, a entender ciertos comportamientos. Siempre señalada, distinta, vivir con su pareja apenas mitigaba el desasosiego.
Tampoco enfrentaba bloqueos creativos en su país, una hoja en blanco esperándola. Ya había completado pequeñas obras de teatro y guiones cinematográficos, aunque no había asumido con el suficiente interés la escritura de un libro. Le sirvió estudiar literatura en París, sin embargo nada fue tan motivante como sentir el desarraigo, la soledad, la incomprensión.
Siento que mis libros capturan mucho del cine, pero no se limitan a un solo género.
“El cine tiene que producir sosiego”, dijo Azorín, el español de la generación del 98. Y lo fue para Harwicz cuando decidió escribir novelas, pues ya tenía incorporada la manera de pensar una imagen, un texto, un diálogo, un personaje y sus puntos de vista.
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El teatro y el cine estaban presentes en su vida en Buenos Aires, pugnaban y empujaban, ambos peleaban dentro de ella. Ahora, en la ribera del Loira, aparecía la literatura, que superó ampliamente en dedicación a sus otros intereses. En la reciente Feria del Libro de Bogotá 2023 (del 17 de abril al 2 de mayo), Harwicz presentó dos de sus obras: Degenerado (2019, Anagrama) y La débil mental (2014, Laguna Libros).
Esta última editorial también es la responsable de publicar en Colombia su primer libro, Mátame amor, que será llevada al cine bajo la producción de Martin Scorsese y dirigida por Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin). Además, se baraja la posibilidad de que Jennifer Lawrence protagonice esta adaptación cinematográfica.
El cine es fundamental en su vida y en su obra.
LA RUEDA SUELTA: ¿De dónde viene la influencia de directores como Sam Peckinpah o Gaspar Noé en sus novelas, ambos provocadores y controvertidos por la forma como exploran la violencia?
Ariana Harwicz: Sí… Cuando era estudiante de cine en Argentina vi películas de Gaspar Noé, como Solo contra todos o Irreversible, y me quedó algo de la voz de sus personajes extremos, marginales, brutales, feroces. Y también me marcaron Cronenberg, Tarantino, Lynch, Cassavetes, Bergman y Tarkovsky, que me influyeron más de lo que puedo imaginar. Sin embargo, en mis novelas no solo encontramos violencia ni se limitan a ser westerns o thrillers. También incorporo un humor al estilo de la comedia americana. Siento que mis libros capturan mucho del cine, pero no se limitan a un solo género.
LA RUEDA SUELTA: ¿Cómo y dónde encontrar humor en ‘Mátame, amor’ o en ‘Degenerado?
A.H.: No es difícil, existe la ironía. Mátate, amor, por ejemplo, muchos la leen como una comedia de enredos. Y otros como un drama existencial trágico. También hay quienes la toman como una comedia de enredos, casi de vodevil, o comedia negra. Y sí, tiene de comedia negra: los disparates que dice la protagonista, las absurdidades, su humor cáustico, como se mira a sí misma, sus observaciones. Hay muchas lecturas posibles.
LA RUEDA SUELTA: Su estilo es trepidante, pongámoslo en una escena de cine: como viajar por aquella carretera que muestra David Lynch en la introducción de ‘Lost Highway’…
A.H.: Totalmente. Las carreteras me encantan. Soy obsesiva y cada vez mis novelas tienen más carreteras sinuosas que serpentean. Me atrae ese imaginario. De hecho, mi novela Precoz, que aún no se publicó en Colombia, ocurre en una carretera, lo mismo que otra que escribo ahora. Me gustan los autos y los caminos pequeños rodeados de naturaleza. Mi libro La débil mental es como Thelma & Louise: dos mujeres con pistola entre pueblos sucios y abandonados.
Siempre exploro la complejidad de la relación madre-hijo, madre-hija, del misterio de vivir entre el amor y el odio.
LA RUEDA SUELTA: ¿Por qué decide escribir frases cortas, sin grandes descripciones?
A.H.: No sabría decirlo, pero es cierto que no hay descripciones largas como en el siglo XIX. Soy de fraseo corto. Me gusta mucho utilizar las elipsis, los cortes, dejar al lector que imagine. La tarea del lector es completar, pensar y agregar. No hay que darle la imágen completa.
LA RUEDA SUELTA: ¿Y cree que el lector la completa?
A.H.: El lector suele ser inteligente y está dispuesto a pensar y mantenerse despierto. El texto nunca puede ser algo pasivo. No está todo dado. Hay que completar la imagen, completar el sentido, la frase. Esa incompletud es esencial. Si no, no hay participación. Es como si el lector me dejara sola.
LA RUEDA SUELTA: ¿El tema de la maternidad es recurrente en sus libros. ¿Existe alguna razón? Usted tiene hijos.
A.H.: Uno nunca sabe esas cosas. No son racionales, no son matemáticas. Me parece alucinante observar la maternidad, tan compleja. Es misteriosa, extraña, no la comprendo, y cuando no comprendo algo, me dan ganas de escribir sobre eso.
LA RUEDA SUELTA: En algún momento, uno de sus personajes menciona que los hijos son monstruos…
A.H.: Pero yo no siento eso, que los hijos sean monstruos o parásitos. Siempre exploro la complejidad de la relación madre-hijo, madre-hija, del misterio de vivir entre el amor y el odio. No veo a los hijos solo como monstruos ni a las madres solo como asesinas. En todos mis personajes existen pasajes de amor y deseo que llevan al odio, y que luego traen de nuevo hacia el amor. Diría que es como un vals. Pero no condeno ni a los unos ni a los otros.
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LA RUEDA SUELTA: ¿Cómo maneja a una sociedad obsesionada con lo políticamente correcto al escribir sobre temas como un pedófilo o sobre mujeres que hablan de matar?
A.H.: Es cínico e hipócrita el tema. Aquellos que buscan lo políticamente correcto, gente del común, políticos, autores, tienen su cuota de maldad, de injusticia, de egoísmo o de corrupción. La verdad es que no me siento muy perseguida, por suerte, porque procuro que la literatura sea el lugar donde no temo a nada. Y siempre hay lectores que son cómplices, que quieren ir más allá de lo convencional.
LA RUEDA SUELTA: Alguna vez dijo que le agrada que sus libros molesten. ¿A qué se refería?
A.H.: No se escribe para molestar, faltaba menos. Simplemente que está muy bien que una obra, sea libro, teatro o película, incomode, no termine de entenderse, se ame u odie. Me parece que el libro no es el lugar del consenso absoluto. Prefiero los libros que generan controversia, sensaciones contrarias, que el lector diga: “Me gusta, pero me hace daño. Estoy de acuerdo, pero me avergüenza estar de acuerdo. Me siento identificada o me da asco”. Todo eso me parece bien.
Si tu no ves tus miserias, tus mierdas, cómo vas a ver las de tus personajes.
LA RUEDA SUELTA: Sus personajes tienen mucho desprecio por sus vidas…
A.H.: Son personajes que se miran a sí mismos con mucha crueldad y crítica. Y también aman, son narcisistas, ríen, se creen importantes, se burlan de todo el mundo. Pero la condición primera es odiarse a sí mismos, si no te odias a ti mismo, qué sos. En ellos existe el desprecio tanto como el amor.
LA RUEDA SUELTA: ¿Usted también se odia?
A.H.: Sí, me parece esencial. ¿Qué vas a escribir desde el ego, de estar de acuerdo con uno mismo, desde la autocomplacencia? Ay, qué linda soy, qué bien escribo, qué bien defiendo las causas. Eso no. ¿Dónde está el drama? ¿Dónde está el conflicto? Si tú no ves tus miserias, tus mierdas, cómo vas a ver las de tus personajes. Mira los autorretratos que hacen los pintores: no se muestran siempre bellos, se pintan más viejos, más demacrados, se pintan de un modo que uno no puede creer que te pintes así. Siempre hay que hacer un autorretrato de uno sin piedad. Elemental para escribir.
LA RUEDA SUELTA: ¿Qué la hace escribir, cuándo sabe que tiene una novela, una buena historia?
A.H.: No es algo como los libros clásicos, que parten de una idea y luego arman una trama, las peripecias, la historia, y después la plasman. Yo, más bien, voy explorando para llegar a una novela. Le dedico meses y años a buscar la atmósfera. Primero construyo un mundo. La verdad es que es una composición difícil de explicar.
La literatura desafiante de Ariana Harwicz
LA RUEDA SUELTA: ¿Cómo nació ‘Degenerado’, por ejemplo?
A.H.: Es una novela compleja, porque es difícil identificarse con un pedófilo que está ante un tribunal. Entonces, me obligó a bucear más que nunca en la mierda. Degenerado surge de los discursos políticos de los criminales de guerra, de los nazis, de los dictadores. Y también de ver muchos juicios de violadores o asesinos que intentaban defenderse usando diminutivos; Degenerado surge de la lengua de los victimarios.
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LA RUEDA SUELTA: Le inquieta mucho la Segunda Guerra Mundial
A.H.: Siempre me atrajo desde chiquita. Mis abuelos tienen mucho que ver. Ellos llegaron a Argentina desde pueblos polacos que ya no existen, destruidos durante el conflicto. Son mis raíces, mi historia, mi sangre. Llegaron en barcos, huyeron de los poderosos, salieron de los guetos, dejaron atrás la guerra, evitaron el crimen, eludieron la muerte. Entonces, ¿cómo no ver eso? Y, bueno, vivo en Europa, en el corazón del genocidio, así que siempre estoy pensando eso. Y eso está en mis novelas, aunque no se vea.
Lo que escribo no va para un público específico, ni hombre, ni mujer, ni pobre, ni rico, ni de izquierda, ni de derecha, ni pro, ni anti. No me importa.
LA RUEDA SUELTA: ¿Busca algo explícito en esa historia, en ese pasado?
A.H.: La guerra es el momento por excelencia donde se conoce al ser humano, mucho más que en un hotel o que en una feria del libro. Entonces, sí voy a esa guerra, pero podría haber ido a otras. Las dictaduras militares, por ejemplo, aparecen en Degenerado, pero la Segunda Guerra Mundial marca mi sensibilidad, la que busco todo el tiempo. No por nada fui a vivir a Europa.
LA RUEDA SUELTA: ¿Y dónde queda la dictadura cívico-militar o La guerra de las Malvinas, qué tanto marca a escritores y artistas?
A.H.: Nos marca a todos. Yo estuve con las madres de la Plaza de Mayo, los jueves marchaba con ellas, y milité en Villa Miseria. Siempre me impresionó, desde chiquita, desde joven, la historia de las Malvinas. Ver a los excombatientes acampando en la plaza, la cantidad de suicidios que fueron casi igual a la cantidad de muertos en combate. Nací durante la dictadura, en 1977, es imposible que yo no tenga la gramática de la guerra, el silencio del otro o la conciencia política. Lo que pasa es que no se manifiesta explícitamente.
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LA RUEDA SUELTA: ¿Quiénes son sus lectores?
A.H.: Mis libros los leen jóvenes en las universidades, en talleres literarios, en clubes de lectura, muchos de entre 20 y 30 años, pero también mucha gente de mi edad y de cualquier generación. Lo que escribo no va para un público específico, ni hombre, ni mujer, ni pobre, ni rico, ni de izquierda, ni de derecha, ni pro, ni anti. No me importa.
LA RUEDA SUELTA: ¿Cuál es su interés?
A.H.: Me interesa que llegue a un centro, a una cabeza. Me da igual que sea en Bolivia, o en Inglaterra, o que esté a favor o en contra de las causas que yo defiendo. Ojalá que lo lea cualquiera, incluso gente que pueda odiar lo que yo amo. No me gusta que un libro se circunscriba a una estética, sino que sea una bomba en la mano de cualquiera. Cuando publico no me importa dárselo a los periodistas que no están de acuerdo conmigo o a quienes podrían ser mis enemigos.
LA RUEDA SUELTA: La cantante Julieta Venegas comentó en Goodreads que se sintió agredida con ‘La débil mental’…
A.H.: No, no sabía. Yo nunca soy consciente, no es que quiera hacer a propósito personajes crueles o malvados, perversos y sádicos. Como te decía, trato de buscar claroscuros. Y ahí encontramos una suerte de crueldad, pero también bondad, piedad y amor. Todo me parece muy religioso, pero en cualquier ser humano están los dos gestos.
LA RUEDA SUELTA: Martin Scorsese va adaptar al cine a ‘Mátame, amor’. ¿En qué va ese proyecto?
A.H.: Por ahora, la eligió para producirla. Y me encantaría participar si me llaman, pero no sé, no me imagino cómo lo harán. Me da mucha intriga saber cómo la abordarán. Supongo que será muy fuerte y con mucha verdad.
* Editor y periodista. En twitter: @joseangelbaez
Excelente entrevista, no conocía a la escritora argentina; pude conocer la influencia del mundo literario y del cine en sus novelas, buscare su libro, y esperare la película “Mátame amor” con la producción de Martin Scorsese y dirigida por Lynne Ramsay. Gracias.
Muchas gracias por leernos, saludos
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