Las razones por las que ‘Gambito de dama’, una historia sobre una ajedrecista, se está convirtiendo en la serie del año.
Anya Taylor-Joy es la protagonista de esta serie. Entre otras apariciones, se destacó su trabajo en La bruja, en 2015. Crédito: Netflix.
Pol Morales Vidal*
No tengo una memoria prodigiosa y, sin embargo, todavía recuerdo a mi abuelo queriéndome enseñar a jugar ajedrez. Aprendió él solito, como todo lo que sabía sobre matemáticas, geografía o lengua, y que se esforzaba en transmitir a sus nietos sin demasiada fortuna.
Han tenido que pasar casi 30 años para que una serie me despierte la curiosidad. Todo ese tiempo para preguntarme por qué no me senté a aprender con él. Hoy entendería, por ejemplo, mucho mejor los movimientos que Gambito de dama convierte en auténtico clímax. Aunque estoy convencido de que aplaudiría que la motivación llegara más tarde que nunca.
Lo cierto es que no es necesario tener conocimientos del juego para disfrutar cada minuto de esta imprevista gran ficción de Netflix. Imprevista porque no la vimos venir. Ni siquiera la propia plataforma debía saber lo que tenía entre manos cuando apenas le dedicó promoción a la que finalmente se está convirtiendo en su serie del año (con permiso de The Crown).
El boca a boca ha convertido lo que iba a ser un proyecto cinematográfico en todo un fenómeno internacional. Y es que antes de fallecer en 2008, el actor Heath Ledger preparaba la adaptación de la novela The Queen’s Gambit, escrita en 1983 por Walter Tevis. Por suerte, Scott Frank, nominado al Oscar al mejor guion adaptado por Un romance muy peligroso (1989) y Logan (2017), la rescató del olvido y decidió convertirla en serie, empleándose a fondo para que sea prácticamente imposible resistirse a sus encantos.
La serie muestra cómo una mujer tuvo que abrirse espacio en el mundo del ajedrez, consagrado a los hombres. Crédito: Netflix.
Gambito de dama tendría todos los elementos de un buen ‘biopic’ si no fuera porque Beth Harmon, su protagonista, es un personaje ficticio. Hasta cierto punto es una pena que no exista en la historia una figura tan rompedora. Así descubriríamos que en plenos años 60, una joven hizo estallar los moldes de un universo, uno de tantos, reservado para los hombres.
Pero es bueno que Beth Harmon no tenga un referente de carne y hueso para así no poder reprocharle al guion que edulcore, mitifique o reduzca a puro sensacionalismo la historia de una figura real. La trama parte de una novela ficticia pero con inspiraciones auténticas sobre el mundo del ajedrez, también reflejando el contexto de una época, los años 50 y 60 en Estados Unidos, marcados por la misoginia y la Guerra Fría, y también ahondando en los bajos fondos de la mente humana, con un trasfondo de adicciones y superación personal muy bien reflejados.
Y, sin embargo, no existe la sensación de asistir a una recreación turbia y decadente. Más bien somos testigos de una personalidad arrebatadora que, sin necesidad de recurrir a discursos recurrentes, simplemente con su astucia y su prodigioso don, se convierte en todo un icono feminista.
Implacable, ambiciosa, fría y, aun así, cautivadora. Hechizo y atracción que no serían posibles sin la presencia de Anya Taylor-Joy, que ya despuntó bien joven en The Witch (2015) y cuya carrera solo puede verse aún más impulsada tras la gran acogida de esta serie.
El personaje de Beth Harmon fue creado por Walter Tevis, en la novela que lleva el mismo nombre de la serie. Crédito: Netflix.
Con una narración clásica pero con un ritmo trepidante, Gambito de dama atrapa desde el primer instante -desde la infancia de la protagonista en un orfanato, cuando descubre su talento con el ajedrez gracias al conserje del hospicio- hasta el gran duelo final en la URSS con el campeón del mundo.
Por el camino, asistimos a una carrera meteórica revestida con una producción y una banda sonora dignas de un filme de gran presupuesto. Una puesta en escena exquisita y cuidada que la convierten en un viaje apasionante.
Si algún inconveniente se le puede encontrar a la serie es una cierta tendencia al almíbar, sobre todo, en el episodio final, con apariciones estelares, licencias históricas y acumulación de instantes diseñados para levantarse del sofá y aplaudir.
Pero finalmente, poco importa si el ajedrez tenía o no una acogida tan masiva, o si los hombres de aquella época asumirían con humildad la derrota frente a una mujer. Lo importante de Gambito de dama es que, a lo largo de siete episodios, nos transporta a un mundo paralelo en el que una dama conquista un juego dominado por hombres y conquista de lleno nuestros corazones.
*Periodista
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