‘Patria’, el gran fenómeno español que rompe con el tabú de ETA

Hablar de la organización terrorista fue durante mucho tiempo un ejercicio de alto riesgo en España. Pero el éxito de la novela de Fernando Aramburu y de una adictiva serie inspirada en este libro, indica que los tiempos han cambiado.

Elena Irureta, interpreta a Bittori, uno de los personajes fundamentales de esta serie, creada por Aitor Gabilondo. Crédito: Archivo Particular

Pol Morales Vidal*

El 20 de octubre de 2011, la banda terrorista ETA (País Vasco y Libertad, por sus siglas en euskera) anunciaba el cese definitivo de su actividad armada. Dejaba tras de sí un historial de 43 años de violencia, con 854 asesinados y más de 6.000 heridos, según datos del Ministerio del Interior español, en su lucha desde la dictadura franquista por la independencia de Euskadi y Navarra del territorio español.

De la misma forma que para los españoles era común levantarse cada cierto tiempo con la noticia de algún secuestro o atentado, sorprende la facilidad con la que nos hemos acostumbrado a la paz tras un conflicto que parecía irresoluble.

Más allá de esas cifras, el escritor Fernando Aramburu golpeaba de lleno nuestras conciencias con Patria, la novela que desde su publicación, en 2016, se ha convertido en un fenómeno editorial, con cerca de un millón de ejemplares vendidos en España, según la editorial Tusquets.

Su mérito radica en narrar, desde varios tiempos y desde diferentes puntos de vista, las consecuencias del conflicto vasco en dos amigas de toda la vida. Miren, por un lado, va siendo testigo de cómo uno de sus tres hijos, su predilecto, va radicalizando su postura hasta convertirse en integrante de ETA, mientras que Bittori y su marido empresario, el Txato, comienzan a ser señalados en el pueblo por no servir a la causa independentista ni responder a las amenazas de extorsión. La brecha, la tragedia, es materializada con el asesinato a sangre fría del llamado extorsionador, pero se va mascando desde mucho antes con una convivencia que se va tensando y tensando hasta convertirse en irrespirable.

LA ADAPTACIÓN

Desde que HBO Europe anunciara la adaptación de esta novela en superventas, la primera gran producción de la plataforma en España, hubo una gran expectación pero también cierto recelo. ¿Quién osaría llevar a cabo un proyecto de tamaña envergadura y responsabilidad? ¿Quiénes darían vida a unos personajes absolutamente carismáticos e irrepetibles?

Patria es la historia de dos familias afectadas por el grupo separatista  ETA. Crédito: Archivo Particular. 

La apuesta fue firme y segura desde el primer momento. Aitor Gabilondo, creador de ficciones españolas de éxito como El príncipe, Allí abajo o Vivir sin permiso llevaría la batuta del proyecto, al más puro estilo estadounidense, como ‘showrunner’.

Meses más tarde, se daría a conocer el reparto, en su gran mayoría vasco. Estaba liderado por dos mujeres que ya resuenan en todas las quinielas de premios: Elena Irureta, encarnando a Bittori, y Ane Gabarain, como Miren.

Finalizada ya la serie, emitida cada semana en HBO Latinoamérica, confirma que es una de las mejores ficciones españolas de la historia de nuestra televisión. No se trata de una afirmación aventurada o desmedida.

Más allá de su absoluta fidelidad al libro original, Patria logra transmitir a la perfección aquello que parecía tan complicado de trasladar del papel a la pantalla, esa degeneración de todo un pueblo que no solo derivó en justificar la violencia sino que también hizo volar por los aires las relaciones afectivas.

La serie arranca con el asesinato del Txato, una escena que se repetirá a lo largo de los capítulos, desde diferentes ángulos.  La idea es averiguar si el hijo de Miren fue el asesino del marido de Bittori.

EL REGRESO

Y es precisamente ella la que decide regresar al pueblo cuando ETA anuncia su cese definitivo de las armas, tras años de un exilio forzado en San Sebastián. Ese viaje en busca de la verdad la enfrentará de lleno con sus vecinos, que empezaron a darle la espalda cuando el ambiente se oscurecía. Ahora observan con recelo su regreso.

La serie, como el libro, nos conduce constantemente del pasado al presente, para ir siendo dolorosamente testigos del rompimiento de lazos, de la degeneración, del sinsentido. Lo hace sin caer en ningún momento en el maniqueísmo. Los acontecimientos son lo suficientemente graves como para no necesitar más artificios.

El libro de Fernando Aramburu  ha vendido casi un millón de ejemplares. Crédito: Archivo Particular. 
Además del tiro a bocajarro que tan cobardemente termina con la vida del Txato, asistimos también a momentos especialmente aterradores, como cuando su mejor amigo, el marido de Miren, comienza a negarle la palabra junto al resto de colegas ciclistas, o cuando la carnicera del pueblo decide no venderle más víveres  a Bittori, ante la mirada cómplice de sus vecinas.

Es en ese punto en el que tanto la serie como el libro aciertan de lleno. La arrogancia del que se siente poderoso, la multitud de cabezas gachas que prefieren guardar silencio a enfrentarse a una barbarie.  Y con la que, en realidad, pocos comulgan.

ALTO RIESGO

Supuestos oprimidos que se van convirtiendo en opresores, señalando con mirilla al que no piensa como ellos. Garantes de la democracia y de la libertad que mediante la coacción derivan en el máximo exponente del fascismo contra el que dicen luchar.

Cualquiera que viviera aquellos tiempos de ETA en Euskadi, o que asista en los últimos años a su sucedáneo en Catalunya, sabrá reconocer semejantes ejemplos. Además, otras debilidades como la fe ciega e incondicional de una madre, capaz de justificar lo injustificable por un hijo.

Hablar de ETA fue durante mucho tiempo un ejercicio de alto riesgo en España. Incluso ahora sigue siendo un recurso fácil para avivar la confrontación política. La promoción de la serie en España generó una gran polémica;: un cartel parecía equiparar el dolor de las víctimas con el de los asesinos.

Pero si en algo ha puesto de acuerdo Patria es que tanto el libro de Fernando Aramburu como la serie son obras de una calidad indudable, reconocible tanto para los que fueron víctimas del terror como para los verdugos que lo llevaron a cabo. Y eso, visto el estado de crispación universal de nuestros tiempos, tiene un enorme mérito.

*Periodista

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *