Massive Attack y Gaza, la música que desafía a la censura

De nuevo, Massive Attack y el activismo. La banda británica de trip hop reafirma ahora su voz política frente a Gaza, el clima y la censura, convirtiendo cada canción y concierto en un manifiesto artístico y social.

Massive Attack, Robert Del Naja y Grant Marshall
Robert ‘3D’ Del Naja y Grant ‘Daddy G’ Marshall, los dos miembros fundadores que mantienen vivo el proyecto Massive Attack. Foto: Kevin Westenberg

Por José Ángel Báez A.

El dúo volvió a los titulares, esta vez no por un disco nuevo, sino por su apoyo abierto a la causa palestina. Y lo hizo convocando a Brian Eno, Fontaines D.C., Kneecap, Garbage y otros músicos para conformar una alianza contra la censura y la intimidación. Su objetivo no es otro que proteger a artistas, en especial a los más jóvenes, que han sido “amenazados con el silencio o la cancelación” por organizaciones pro-Israel como UK Lawyers for Israel (UKLFI ).

Una alianza por Gaza

El comunicado que lanzaron es directo: “Las escenas en Gaza han sido indescriptibles. Escribimos como artistas que hemos elegido usar nuestras plataformas públicas para denunciar el genocidio que está ocurriendo allí y el papel del gobierno del Reino Unido en facilitarlo… No nos quedaremos de brazos cruzados mientras otros artistas son amenazados con el silencio o la cancelación de sus carreras«.

La alianza reclama un alto al fuego inmediato y permanente, acceso humanitario sin restricciones y el fin de las licencias de armas del Reino Unido a Israel.

Fundada en 1988, en Bristol, tras la experiencia del colectivo Wild Bunch, Massive Attack nació de la fusión entre hip hop, reggae y dub. Robert ‘3D’ Del Naja, Grant ‘Daddy G’ Marshall y Andrew ‘Mushroom’ Vowles fueron sus creadores, con la participación decisiva de Tricky y voces como Shara Nelson u Horace Andy. Desde Blue Lines (1991), considerado el primer gran álbum del trip hop, hasta Mezzanine (1998), que los llevó al reconocimiento global, la banda consolidó una estética que mezcla intimidad, política y crítica social.

Massive Attack y otros artistas exigen alto al fuego en Gaza
Massive Attack encabeza una alianza de artistas para denunciar la ofensiva en Gaza y la censura en la industria musical. Foto: allenkielyphotography.com

Orígenes y paradoja del nombre

Es paradójico que un grupo llamado Massive Attack (Ataque masivo) haya construido parte de su identidad sobre la denuncia y la sensibilidad. El propio Del Naja lo reconoció, en 2003, en una entrevista para Journeys in Artistry: “Pensé en eliminar la palabra ‘Attack’ recientemente como una declaración contra la guerra, pero creo que eso solo alienta la estupidez y la histeria de los medios. Ellos consideran ofensivos a las canciones, las películas, las palabras o las frases, cuando lo que realmente es ofensivo son las bombas y las balas”.

El periodista musical Andrés Zambrano le dice a LA RUEDA SUELTA que la coherencia de la banda explica esa aparente contradicción: “Cuando opinan, los artistas corren el riesgo de perder o ganar audiencia, más de lo primero que de lo segundo. Quienes se atreven suelen verse más como artistas que como estrellas sometidas al mercado. Yo prefiero a los primeros antes que a las estrellas, aunque respeto el silencio de estas últimas».

La música, cuando asume posición, es un arma política. Nina Simone gritó Mississippi Goddam en pleno movimiento por los derechos civiles; Sam Cooke escribió A Change Is Gonna Come como canto de esperanza; Curtis Mayfield y los Impressions convirtieron People Get Ready en himno de marchas y trenes de libertad. Desde otra latitud, Miriam Makeba denunció el apartheid sudafricano hasta ser exiliada, mientras Fela Kuti enfrentaba dictaduras africanas con afrobeat y arrestos constantes.

Canciones de protesta: Massive Attack y el activismo

Ese mismo espíritu atraviesa a Massive Attack. Canciones como A Prayer for England, con Sinéad O’Connor, denunciaron la guerra de Irak; False Flags puso la lupa sobre los disturbios raciales en Francia; Future Proof habló de la paranoia digital tras el 11-S; e Inertia Creeps evocó un malestar difuso y temeroso.

‘Voodoo in My Blood’ (2016), con la actriz Rosamund Pike, muestra una posesión inquietante en el metro. El control invisible que domina los cuerpos y las mentes.

En A Prayer for England Massive Attack llevó esa dimensión política a un tono casi reverencial. La súplica “Let not another child be slain, let not another search be made in vain” (que no maten a otro niño, que no haya otra búsqueda en vano) se convirtió en un lamento contra la violencia.

Y cuando O’Connor canta “The teachers are representing you so badly, that not many can see you” (los maestros te representan tan mal, que pocos pueden verte), la crítica se dirige a esas autoridades políticas y religiosas que manipulan símbolos espirituales mientras traicionan su sentido. Una canción contra la guerra de Irak que, dos décadas después, mantiene fuerza en el contexto de Gaza.

Estética audiovisual y activismo ambiental

La periodista Simona Sánchez, consultada por LA RUEDA SUELTA, dice: “Quienes siempre hemos seguido y admirado a Massive Attack sabemos que va más allá de la música entendida como entretenimiento. Este grupo siempre ha sido arte en todo el sentido de la palabra: voz, postura, cuestionamiento, movilización. Cada una de sus acciones, que pueden ser una canción, un disco, un concierto o una publicación en redes, son de profunda coherencia y consecuencia. ¿Y para qué el arte si no es para eso?”.

Esa coherencia se extiende a sus videoclips. En Live With Me (2006), dirigido por Jonathan Glazer, una mujer se hunde en el alcohol hasta el colapso, metáfora del abandono social. En Voodoo in My Blood (2016), con Rosamund Pike, el cuerpo se convierte en territorio de posesión y control. Angel (1998) retrata la persecución de un hombre por una multitud que de pronto se detiene frente a él, parábola sobre el miedo colectivo. Y The Spoils (2016), con Cate Blanchett, muestra la transformación de un rostro hasta perder su identidad. Una crítica a la despersonalización y al consumo del cuerpo en la cultura.

‘Live With Me’ (2006), dirigido por Jonathan Glazer, refleja a una mujer (Kirsty Shepheard) hundiéndose en el alcohol hasta el colapso. Una metáfora brutal sobre la soledad y el abandono social.

Massive Attack y el activismo: polémicas, censura y demandas colectivas

En paralelo, (siempre Massive Attack y el activismo) se ha adelantado a la discusión ambiental. Fueron de los primeros en denunciar la huella de carbono de las giras y encargaron estudios para medir el impacto de sus propios tours. Rechazaron tocar en festivales como Coachella y diseñaron modelos sostenibles para presentaciones en vivo. “Dijimos no a Coachella… Es un resort de golf construido en un desierto, funcionando con agua pública. Si quieres ver lo más absurdo del comportamiento humano, está justo ahí”, explicó Del Naja a NME, en 2024.

Sus conciertos se han convertido en auténticos manifiestos visuales con titulares de prensa, estadísticas sobre refugiados o banderas de Siria que se mezclan con noticias banales de la prensa rosa, una contraposición que denuncia la cultura de la distracción. Como dice Simona Sánchez: “Son acciones que movilizan y despiertan la mente y el espíritu, que lo cuestionan. Y eso es justamente lo que se espera del arte”.

En una reseña para The Quietus, tras un concierto en París en 2016, el crítico Jeremy Allen describió el momento de la canción United Snakes como un despliegue visual abrumador, logos de partidos británicos aparecían en pantalla con adjetivos como idiota o malvado. Comparó la propuesta con la pedagogía de Banksy, es decir, eficaz para señalar lo obvio, pero sin mayor profundidad. Para Allen, lo que ocurría en las pantallas era más interesante que lo que pasaba en el escenario, lo que restaba cohesión al espectáculo.

Voces críticas y el eco del arte

El show de Massive Attack, para algunos, se vive como una pesadilla sonora y política, donde pueden aparecer producciones de Adam Curtis con escenas de guerra, drones sobre Gaza y críticas al reconocimiento facial que bombardean los sentidos. Como reseñó Boston Theater, esa carga resulta excesiva, pues“la audiencia estaba siendo constantemente ‘bombardeada’… Nadie va a un concierto para eso«.

Massive Attack proyecta en concierto el rostro de un niño refugiado palestino con la frase “We are in this together”.
Massive Attack y el activismo: en sus conciertos, proyecta imágenes con carga política y emocional. La frase “We are in this together” sobre el rostro de un niño refugiado palestino. Foto: Massive Attack (Facebook)

Este camino no ha estado libre de polémicas. En Manchester, por ejemplo, proyectaron un montaje donde aparecía Yahya Sinwar, líder de Hamás, junto a escenas de Orfeo. Para algunos fue una muestra de simpatía con Hamás; la banda lo explicó como un lamento horrorizado sobre el poder de un líder capaz de arrastrar a su pueblo “al infierno”.

Del Naja, sin embargo, insiste en que hay espacio para la esperanza: “Tengo total fe en la próxima generación«. Lo demuestra al ver cómo los jóvenes se movilizan frente a la crisis climática y cómo la música puede seguir siendo una herramienta de transformación.

‘The Spoils’ (2016), protagonizado por Cate Blanchett, aborda la lenta desfiguración de un rostro hasta hacerlo irreconocible en una imagen perturbadora sobre la identidad, el consumo del cuerpo y la fragilidad de lo humano.

Massive Attack y el activismo

Ese optimismo conecta con el presente. UKLFI denunció al dúo punk Bob Vylan por un cántico contra las Fuerzas de Defensa de Israel en Glastonbury y consiguió la cancelación de varias presentaciones. También reportó a la BBC por transmitir el show, y Mo Chara, de Kneecap, fue acusado de terrorismo por desplegar una bandera de Hezbolá en un concierto. Aunque algunos casos son públicos, se cree que la organización también presiona en silencio a promotores y medios.

En este escenario, el comunicado de Massive Attack cierra con una lista de exigencias, como acceso humanitario inmediato a Gaza, fin de los ataques a trabajadores médicos, suspensión de las licencias de armas británicas y, en palabras del texto, una “Palestina libre”.

Para Simona Sánchez, su postura no es coyuntural sino la prolongación de un concepto artístico: “Sentar posiciones abiertas y claras frente a un genocidio en tiempo real es ser consecuentes con toda su carrera. Su sentido de la colectividad es admirable: invitan a todxs a atravesar el miedo y a hacerle frente al silencio. Y ante el silencio desde el miedo no hay herramienta más poderosa para la vida que la música”.

El sentido de resistir

Y ella hace bien en recordar al poeta y pintor Henri Michaux: “Lo que yo quisiera es música para cuestionar, para auscultar, para acercarme al problema del ser”. Y también a la poeta argentina Alejandra Pizarnik, quien escribió sobre él: “…quiere una música para pedir auxilio en el horror, en el no saber; una música para que diga de su desposesión, una música no parecida a ninguna otra sino solamente parecida a él, música para reconocerse, para decir su nombre, una música que señale su lugar, que exprese su carencia de un lugar.

Que una banda de la envergadura de Massive Attack se pronuncie incomoda a muchos, pero también abre espacio al debate público. La música no detiene bombas ni bloqueos, pero sí recuerda que resistir tiene sentido. Mucho sentido.

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