Eslovenia no es el único país que ha tenido, a la vez, dos ciclistas en la cima y con fuerte competencia entre ellos. En la historia de este deporte hubo otros casos similares tan exitosos y algunos, incluso, con duelos mucho más intensos.
Los eslovenos Pogacar y Roglic, los dominadores de las grandes vueltas del ciclismo mundial.
Primoz Roglic y Tadej Pogacar. Los dos mejores ciclistas del presente. No lo digo yo, lo dice su abrumador dominio en las competencias ciclistas de los últimos tres años; dominio que se ha extendido a dos de las carreras más prestigiosas del calendario, el Tour de Francia y la Vuelta a España.
Por una azarosa coincidencia… o tal vez no tan azarosa, procesos atrás incluidos, los dos mejores ciclistas del momento nacieron en la misma nación, Eslovenia, país de poco más de dos millones de habitantes.
Roglic y Pogacar son la última pareja exitosa de lo que llamaremos reinados bicéfalos: ciclistas de un mismo país que han estado en la cúspide sobreponiendo sus periodos de esplendor.
A veces rivales con sus equipos de marca, otras veces compañeros en su selección nacional. Acá vamos a hablar brevemente de esos reyes pares que reinaron en algún momento el mundo del pedal.
Gino Bartali y Fausto Coppi
Empezaremos, cómo no, por la pareja de parejas: Gino Bartali y Fausto Coppi. Ésta es calificada muchas veces no sólo como la rivalidad más grande del ciclismo sino una de las rivalidades más grandes en todos los deportes.
Una pugna que incluso fue separada por la Segunda Guerra Mundial, que afectó cinco años de sus carreras.
Después de la guerra, ya en distintos equipos, los dos vivirían varios de los duelos más épicos de la historia del deporte, especialmente en las montañas del Giro y del Tour.
Precisamente, en la última gran competencia antes del parón bélico, el Giro de 1940, surgió la figura de Coppi, en la forma del joven gregario que supera a su líder más experimentado, en este caso, Bartali.
Después de la guerra, ya en distintos equipos, los dos vivirían varios de los duelos más épicos de la historia del deporte, especialmente en las montañas del Giro y del Tour.
En este último, no obstante, compartían el mismo equipo dado que se competía por selecciones nacionales. Así lograron triunfos aplastantes en los Tours de 1949 y 1952, este último descrito bellamente en la crónica El Tour de Francia, de Mario Fossati (valga señalar aquí que Coppi estuvo ausente en la victoria de Bartali en 1948).
Dos hombres que trascendieron lo deportivo, llegando a afectar otras esferas de la sociedad italiana, incluso la política. Sin embargo, vale recordar que la prensa jugó lo su papel para crear una dicotomía que a veces se exageraba, con tal de llegar aún más al corazón de los aficionados.
Ferdi Kubler y Hugo Koblet
Ahora nos desplazaremos al corazón de los Alpes, a Suiza, para conocer un dúo de estrellas fulgurantes, el de Ferdi Kubler y Hugo Koblet. Un duelo que nacería casi que con la primera victoria profesional de Koblet, en el Tour de Suiza de 1947, donde ganó la primera etapa por delante de Ferdi Kubler. En los siguientes ocho años, Kubler y Koblet se repartirían cinco títulos de la ronda nacional.
De Koblet, ciclista apuesto y elegante, se dice que andaba con un peine en su bolsillo para arreglar su rubio cabello luego de la carrera, además de colonia para enjuagar su rostro. Se le conoció como el Pedaleur de charme-(algo así como “pedalista del encanto”).
Como Coppi, Koblet era fragil en salud, y desafortunado en accidentes y lesiones. Incluso, un destino trágico los uniría al morir relativamente jóvenes. Sin embargo, a diferencia de la carrera de Il Campionissimo, la estrella de Koblet duraría muy poco.
Kubler era casi lo opuesto a Koblet. No tan bien parecido (tenía una nariz bastante prominente), un tipo de machacar los pedales y resoplar sobre la bicicleta, como una locomotora en movimiento.
Brilló con su victoria en el Giro de Italia de 1950 (primer extranjero en lograr tal hazaña), donde sorprendió a propios y extraños, y reconfirmaría su clase derrotando a una constelación de astros en el Tour de 1952.
Pero jamás volvió a resplandecer de tal manera. Se dice que un viaje a México le quitó la potencia de sus piernas.
Por su parte, Kubler era casi lo opuesto a Koblet. No tan bien parecido (tenía una nariz bastante prominente), un tipo de machacar los pedales y resoplar sobre la bicicleta, como una locomotora en movimiento.
Un ciclista al que le encantaba derrochar fuerza a través de empeños maratónicos, como aquel que le llevó a coronarse campeón del mundo en ruta, en 1951, tras una fuga de casi ocho horas.
Kubler ganó tres veces el Challenge Desgrange-Colombo, el ranking UCI de nuestro tiempo, y estuvo en competencia por un par de años más que Koblet.
Laurent Fignon y Bernard Hinault
De los años 50 pasamos a los 80, para llegar a Laurent Fignon y Bernard Hinault. El joven y el viejo. El profesor y el tejón. Ambos de un temperamento complicado, ambos polémicos y soberbios.
También representan lo que podríamos denominar la última generación dorada del ciclismo francés. Los dos son los últimos ciclistas franceses que estuvieron en lo más alto del podio en el Tour de Francia, hace ya la friolera de 35 años.
Aquí se repite de nuevo la historia del joven talentoso que irrumpe en el equipo del mejor ciclista del momento… y lo baja de la cúspide.
Lo mismo se puede afirmar para el Giro de Italia (en donde hacen parte del trío selecto de galos que ganó en tierra de Coppi; el otro, un tal Anquetil).
Aquí se repite de nuevo la historia del joven talentoso que irrumpe en el equipo del mejor ciclista del momento… y lo baja de la cúspide. Cuando Fignon arribó al Renault-Elf, en 1982, Hinault era, por mucho, el mejor pedalista del mundo.
Ostentaba tres títulos en el Tour de Francia, uno en la Vuelta, uno en el Giro, además de varios monumentos como la París – Roubaix o la Lieja-Bastoña-Lieja.
Y en aquel año, 1982, completaría una de sus obras maestras: el doblete Giro-Tour. Era invencible… excepto por sus problemas físicos, que lo afectaron especialmente al final de su carrera.
Ambos ciclistas se vieron perjudicados por dolencias en la rodilla. Fignon, tras alcanzar la cúspide en 1984, pasó casi cinco años tratando de volver a alcanzar la forma que lo llevó a ser el ciclista apabullante que dominó a Hinault en el Tour de ese año.
Hinault, por su parte, sellaría el ciclo de los franceses con el trono en el Tour de 1985, su victoria más sufrida de la Grande Boucle.
Sean Kelly y Stephen Roche
Otra pareja que dominó los años 80, especialmente su segunda mitad, la constituyeron los irlandeses Sean Kelly y Stephen Roche. Una dupla en la que podemos establecer un paralelismo con la actual de Pogacar y Roglic por una razón: ciclistas del mismo país.
Tal como hoy Eslovenia, Irlanda en aquella década no era un país de tradición ciclista. Este dato realza aún más el hecho de que esta isla tuviese en su momento a dos de los mejores ciclistas del mundo. Debido a sus características algo opuestas, no se dieron tantos duelos entre ellos.
Roche, por su parte, era mucho más escalador. Su temporada dorada fue en 1987, año en el que consiguió el increíble triplete: Giro, Tour y Mundial. Solo él y Merckx lo han logrado.
Kelly, ciclista cuasi completo, un esprínter que luego se convertiría en un todo terreno. El amo y señor de clásicas y vueltas de una semana (especial mención para su paternidad en la París Niza, donde obtuvo siete triunfos).
En los años 80 y comienzos de los 90 ganó nada menos que nueve Monumentos y tres Super Prestige Pernod (un equivalente más tardío al ranking UCI).
Su única debilidad era la alta montaña, por lo que nunca pudo ser un gran vueltómano (su único triunfo en una grande fue en la Vuelta a España de 1988).
Roche, por su parte, era mucho más escalador. Su temporada dorada fue en 1987, año en el que consiguió el increíble triplete: Giro, Tour y Mundial. Solo él y Merckx lo han logrado.
Precisamente, el mundial del 87 sería el momento culmen del dúo Kelly-Roche, ambos eran favoritos. Los irlandeses se llevaron la medalla de oro, con Roche, y el quinto lugar, con Kelly. Una actuación excelsa para la historia de la isla de los tréboles.
Otros casos de ciclistas del mismo país
Que dos de los mejores ciclistas de una época sean de un mismo país rara vez ocurre. No obstante, en la historia del ciclismo se han presentado otros dúos que bordearon la cima.
Los estadounidenses Greg Lemond y Andrew Hamspten, en 1986, compañeros en el equipo francés La Vie Claire.
No diría que menos importantes (dado que en sus respectivos países son icónicos) pero con menor éxito universal que los ya mencionados.
Otro par de parejas desembarcaron directamente de América, en la internacionalización de ciclismo de los años 80. Hablamos de los estadounidenses Greg Lemond y Andrew Hampsten, y de los colombianos Luis Herrera y Fabio Parra.
Los italianos Francesco Moser y Giuseppe Saronni, por ejemplo, tuvieron una fiera rivalidad a finales de los años 70 y comienzos de los 80.
Otro par de parejas desembarcaron directamente de América, en la internacionalización de ciclismo de los años 80. Hablamos de los estadounidenses Greg Lemond y Andrew Hampsten, y de los colombianos Luis Herrera y Fabio Parra.
Y en la década de los 90 podemos pensar en los suizos Tony Rominger y Alex Zulle, ases del contrarreloj y reyes de la Vuelta a España.
Debido a la globalización del ciclismo, desde finales de esa esa década es menos común encontrar a dos ciclistas de un mismo país dominando el deporte.
A veces se presentan más (como España con Valverde, Contador y Purito), otras veces es uno sólo el que brilla. Pero con Pogacar y Roglic hemos vuelto a revivir esas rivalidades nacionales de antaño.
* Antropólogo, aficionado al ciclismo. En Twitter: @paleohidalgo
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Creo que Hinault y Fignon nunca coincidieron estando ambos en plena forma, asocio más a Lemond como rival de Le Blaireau sobretodo por los Tours de 1985 y 1986. Dicen que a Hinault le pasó factura para su carrera aquella etapa de la Vuelta de 1983 en Serranillos donde liquidó a todos sus rivales en una demostración histórica de fuerza, la tendinitis que lo aquejó desde aquel día en una de sus rodillas lo limitó por el resto de su carrera, tanto que no pudo disputar el Tour de ese 1983 debido a esto. Muy buen artículo.
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