Ryszard Kapuscinski en ‘Un día más con vida’, publicado hace 45 años, cuenta su experiencia en la guerra civil de Angola. El libro lo marcó tanto que fue su texto favorito, y mucho tiempo después inspiró una película.
El periodista fue de los pocos que se atrevió a cubrir los grandes conflictos en África. Crédito: Agencia Polaca de Prensa.
Septiembre de 1975. El reportero polaco Ryszard Kapuscinski, de 43 años, llega a Angola para cubrir la inminente independencia de la hasta entonces colonia portuguesa más codiciada en África.
Diferentes eventos vienen ocurriendo desde un año atrás: la dictadura de António de Oliveira Salazar, en Portugal, ya es historia tras la famosa Revolución de los Claveles, y el nuevo gobierno democrático entregará el poder y la autonomía a los angoleños el 11 de noviembre.
La situación, sin embargo, no es para nada festiva y en Luanda (capital de Angola) hay tensión. Mientras los portugueses empacan y planean su regreso a Lisboa, tres movimientos armados se disputan el control del país: el MPLA, de tendencia socialista y apoyado por países como Cuba y Rusia; el FNLA, apoyado por Estados Unidos y la Sudáfrica del Apartheid, y la UNITA, de derecha y financiada por Zaire e Israel.
Los primeros enfrentamientos, cerca de la ciudad, presagian una guerra civil y muchos, incluyendo los periodistas internacionales, huyen a sus respectivos países. Pero Kapuscinski no está dispuesto a irse.
El LIBRO
Por el contrario, y como acostumbra, quiere internarse en el territorio angoleño y viajar hasta el punto neurálgico del conflicto (en la frontera con Namibia, ocupada por Sudáfrica) para ver lo que se avecina.
Lo que sigue son tres meses intensos, de incertidumbre en una Luanda desolada, de peligrosos recorridos por las carreteras de un país en guerra, de tiroteos de los que sale ileso milagrosamente, de encuentros con soldados y revolucionarios que planean defender su territorio hasta las últimas consecuencias, y de compartir con niños, mujeres y ancianos que sufren por una guerra que, no lo sabe aún, se prolongará hasta mediados del 2002.
Una experiencia que tendrá a Kapuscinski al borde de la muerte, que lo marcará para siempre y que lo hará cuestionar al periodismo, la utilidad de la guerra y la vida misma.
Cuando Kapuscinski regresa a su país descubre que tiene mucho más para contar que sus cortos y escuetos reportes para la Agencia de Prensa Polaca, y decide escribir un libro que publica al año siguiente y que titula Un día más con vida.
En la actualidad, cuando se cumplen 45 años de esa publicación, muchos de sus admiradores vuelven a hablar del libro, que el propio Kapuscinski consideraba su favorito. Un libro distinto a los demás (como Ébano o La guerra del fútbol) ya que es más un diario personal que un reportaje, como los que hicieron del polaco uno de los periodistas más famosos del mundo.
“Una experiencia que tendrá a Kapuscinski al borde de la muerte, que lo marcará para siempre y que lo hará cuestionar al periodismo, la utilidad de la guerra y la vida misma”.
En él habla de sus sueños, de sus preocupaciones, de sus miedos, de la incertidumbre de la muerte y de sus opiniones sobre la guerra.
“Es el libro de Kapuscinski que mayor carga poética tiene”, opina el documentalista español Raúl de la Fuente, que en 2018 lanzó una película sobre el libro (con el mismo título) que mezcla animación con imágenes reales, y que ganó un premio Goya y el premio del público en el Festival de San Sebastián.
No solo poética, porque como le dice el realizador a LA RUEDA SUELTA: “es una aventura limitada en el tiempo, con un componente de suspenso importante y con muchos elementos que la hacen interesante: todo el tema de la Guerra Fría, la presencia de cubanos y sudafricanos, los portugueses saliendo, los mercenarios, los niños soldados, un territorio rico en oro y diamantes, y todo ese tono de guerra de espías y de guerra de guerrillas”.
Kapuscinski nació el 4 de marzo de 1932, en Pinsk, Polonia (hoy Bielorrusia) y murió el 23 de enero de 2007. Crédito: archivo particular.
De la Fuente, el animador polaco Damian Nenow y la productora y guionista Amaia Remirez duraron casi 10 años sacando adelante el proyecto de la película.
Primero pensaron en hacer un largometraje de ficción, con actores de carne y hueso, pero la animación les permitiría ser más creativos, representar mejor las escenas de tiroteos y explosiones, y mostrar el mundo onírico e interno de Kapuscinski, importante en la historia.
También, y para que los espectadores no creyeran que era una historia inventada, incluyeron en formato documental los testimonios de las personas que estuvieron con el reportero polaco durante el viaje y que vieron de primera mano lo que hizo.
En 2011 viajaron durante 40 días a Angola, y siguieron los pasos del periodista, una experiencia que hoy llena de emoción a De la Fuente. “Me parecía emocionante y épico, y me sentía yo mismo haciendo parte de una película.
“Recorrimos los mismos caminos -recuerda- subí a su habitación en el Hotel Tívoli y hablamos con las personas que lo acompañaron y con el comandante Farrusco, el mismo que él se encontró en la frontera”.
Del papel a la pantalla
Con esta información comenzaron a escribir el guión, que tuvo varias versiones hasta encontrar la que más les gustó. Nada fácil porque, a diferencia del libro, el objetivo no era hacer una historia sobre lo que había visto Kapuscinski sino una en la que él era el protagonista.
Luego vino el reto de animar y de mezclar con las imágenes documentales, sin que la película perdiera consistencia.
“Era un gran reto narrativo tomar dos géneros que a primera vista son antagónicos y fusionarlos sin parecieran dos películas distintas. Creo que lo logramos”, dice De la Fuente.
«Para ser periodista, como Kapuscinski, es importante cultivar su propia personalidad, defender su identidad y mantener la apertura al mundo y al presente».
La película, disponible en Amazon Prime para algunos países (no en Colombia), sigue el recorrido del reportero desde Luanda hasta Pereira d’Eça, hoy Ondjiva, en la frontera con Namibia, para entrevistar al comandante Farrusco, un soldado portugués enviado a Angola para atacar a los rebeldes y que cambió de bando, al pasar al MPLA.
A Kapuscinski le interesa porque cree que en ese punto se juega el futuro del conflicto. Y tiene razón: cuando llega, luego de una serie de peligros y de conocer a personajes fantásticos como la guerrillera Carlota (que muere un día después de estar con el reportero), descubre que los sudafricanos entraron en Angola con su propio ejército y que el bando socialista está destinado a la derrota.
En ese punto la película muestra uno de los grandes dilemas del periodista durante el viaje, y que en el libro solo se lleva unos cuantos párrafos: al regresar a Luanda decide contarles a los comandantes del MPLA y a los espías cubanos lo que vio de los sudafricanos.
La película ‘Un día más con vida’ ganó, en 2018, el Premio Goya como mejor película de animación. Crédito: archivo particular
Ahí mismo se entera de que Cuba, por orden de Fidel Castro, enviará un contingente para enfrentar a los sudafricanos y apoyar a los socialistas. Pero cuando va a enviar su reporte a la agencia, decide obviar la información sobre los cubanos porque teme que si Estados Unidos se entera de esa noticia antes de tiempo, apoyaría a los sudafricanos, que en caso de ganar hubieran implementado un sistema como el del Apartheid en Angola.
“Me interesó mucho describir este gran conflicto, la dicotomía entre ser un periodista o un combatiente. Yo creo que en Angola, Kapuscinski destruyó la regla más básica del periodismo, la de ser neutral, para convertirse en activista. Pero lo hizo con una razón muy válida: la de apoyar una causa que consideraba justa. Es muy relevante que el mejor periodista del mundo, el mejor reportero de guerra, decida elegir bando para salvar vidas”, cuenta De la Fuente.
Legado de Kapuscinski y de Un día más con vida
Esto es relevante ya que a Kapuscinski, que murió en 2007, un referente para los periodistas de todo el mundo, aún lo estudian en las facultades de periodismo. Y esa clase de dilemas, así como la eterna discusión de si exageró o mintió en sus reportajes, es pan de cada día entre quienes ejercen la profesión.
Para muchos, de hecho, el polaco es un ejemplo de lo que deben hacer los periodistas ahora que los medios masivos están en crisis.
Bogdan Piotr Piotrowski, decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de La Sabana, amigo personal de Kapuscinski, lo explica así: “Para ser periodista, como Kapuscinski, es importante cultivar su propia personalidad, defender su identidad y mantener la apertura al mundo y al presente”.
Y lo dice porque el reportero polaco, a pesar de vivir en un país del bloque comunista, donde el estado pretendía dominar las noticias y la cultura, buscaba vivir libre y la independencia de sus criterios le permitía conservar su concepción y su sentido de la existencia humana.
Kapuscinski en una frase resumió su oficio: “para ser periodista hay que ser buena persona”.
Sus reportajes pasaron a la historia por eso mismo: por centrarse en los seres humanos vulnerables que sufrían en las calles, en las casas, en los campos y en las oficinas, y no en los poderosos de siempre.
“Por esta razón su escritura se eleva a la universalidad. Ryszard no se limitaba a cumplir con el trabajo, sino que vivía la misión de periodista, de manera seria, comprometida”, dice Piotrowski.
Incluso quienes creen que Kapuscinski pudo haber cruzado algunos límites de la ficción en sus reportajes (sin alterar los hechos), reconocen el favor que le prestó al mundo al dar a conocer tantas historias desde el punto de vista de las personas que más los sufrieron.
Así como en Un día más con vida, en el que sus propias reflexiones sobre la vida, el periodismo y la muerte se mezclan con las imágenes de niños combatientes y de personas que desean que todo acabe rápido para poder continuar con sus vidas. Kapuscinski en una frase resumió su oficio: “para ser periodista hay que ser buena persona”.
- Periodista, trabajó en las revistas Semana y Dinero. En Twitter @El_Jose_Vicente
Muy interesante
Ser periodista y reportar en una guerra es de los oficios mas arriesgados e importantes pues penetran en el corazón de los conflictos armados narrando historias que parecen ficción. Este periodista polaco buscó acercarse a la verdad mas alla de su supervivencia y por supuesto que dificilmente se puede ser neutral y frio ante lo que veia a diario. Mis respetos.
Ser periodista no es fácil. Gracias por escribir
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