Así fue planeado y desenmascarado el escándalo literario más grande de los tiempos modernos

Los libros de JT LeRoy, un escritor transexual, heroinómano y seropositivo, sedujeron a críticos y a miles de lectores. Pero detrás había una serie de engaños que fueron descubiertos hace 15 años. Gran escándalo literario. Hoy la pregunta es, ¿vale la pena considerar su obra? LA RUEDA SUELTA habló con la auténtica autora. 

Savannah Knoop y Laura Albert, protagonistas del fraude

 JT Leroy y su creadora, Laura Albert. Foto: Matt Peyton.

 

Karen Gritz Roitman*

 JT LeRoy tenía 15 años cuando el doctor Terrance Owens, de la línea de abuso a menores, le aconsejó escribir. Su hogar eran las calles de San Francisco y su historia, la de un joven, a veces jovencita, con VIH.

Al igual que su madre, Sarah, en las noches vendía orgasmos en las estaciones de gasolina de las carreteras. Sus clientes eran conductores de camiones y su mejor compañía, la heroína.

La pubertad, como la niñez y la inocencia, no le significó nada. Tenía una voz aguda y tímida, y el acento sureño de su natal Virginia occidental.

En público sus palabras se escondían, como sus ojos azules, detrás de unos lentes oscuros. Pero en papel eran abundantes, libres y sin temor a Dios o al infierno de sus abuelos cristianos. Casi sin darse cuenta, la escritura fue refugio y también oficio.

En sus textos, las heridas de su cuerpo eran prosa, vehículos de sanación, un viaje a una sexualidad sin tabúes.

Su obra llegó al Festival de Cannes y a estrellas como Madonna, Bono y la actriz Asia Argento, que no dudaron en repicar su nombre.

Algunos lo llamaban Jeremy, otros ‘Terminator’ o simplemente JT, sin sospechar que su verdadero nombre, el de su creadora y autora intelectual, era Laura Albert.

En 2005, JT LeRoy fue descrito como la farsa literaria más grande de los tiempos modernos.

Courtney Love y otros estrellas fueron fans de JT Leroy

La cantante y actriz Courtney Love (izquierda), otra que cayó rendida ante los libros de JT Leroy (centro).  A su lado, ‘Speedie’, la supuesta mano derecha del autor (a). Foto: Matty Peyton.

Los medios de comunicación descubrieron que la mente detrás de los éxitos de Sarah (1999) y El corazón es engañoso por sobre todas las cosas (2001), traducidos a más de 20 idiomas, no era un joven transgénero abusado de mil y un maneras, sino una mujer en sus treintas viviendo en Nueva York.

Albert insiste en que no creó a JT para “conocer a Madonna” ni vender libros promovidos por la compasión.

Además, que la persona que había presentado su rostro ante el mundo era Savannah Knoop, la cuñada de Albert, luciendo una peluca rubia, pantalones holgados y lentes oscuros.

Chica, chico, chica

Desde entonces, la historia de LeRoy es contada de distintas maneras. Sus libros fueron reeditados por la editorial HarperCollins y, recientemente, lanzados en versión audio con las voces de la actriz Winsome Brown; Leigh Ledare, cineasta y fotógrafo; Shirley Manson, cantante de Garbage, y el actor Daniel Newman.

Asimismo, en 2008, Savannah Knoop contó su experiencia como LeRoy en el libro Chica, chico, chica, adaptado al cine por Justin Kelly, y protagonizado por Kristen Stewart y Laura Dern.

Más recientemente, en 2016, Jeff Feuerzeig dirigió el documental Author: The JT LeRoy Story, con el testimonio de la misma Albert y con el soporte de viejas (y a veces problemáticas) grabaciones telefónicas entre LeRoy y sus allegados.

JT LeRoy nació en el baño de Laura Albert, una noche de 1993 cuando la idea de morir la seducía como nunca. Sentada en el suelo, junto al inodoro, marcó a la línea de protección a menores y, sin saber qué saldría de su boca, se presentó como ‘Terminator’ ante el doctor Terrance Owens.

Durante media hora no fue la mujer que se castigaba por su peso y su apariencia. Esta voz le permitía hablar por primera vez de lo difícil, abuso sexual y relaciones inapropiadas, sin la necesidad de reflejarse en el espejo ni de identificarse con un género u otro.

Muy pronto, fans y celebridades de la talla de Courtney Love, Winona Rider, Tatum O’Neal y Billy Corgan manifestaron su admiración y respeto por JT.

 “No era cuestión de lo que decía, sino el hecho de que él era capaz de hacerlo”, le dijo Albert a LA RUEDA SUELTA. “Él podía decir cualquier cosa. Yo no. No en ese momento en el que la vergüenza y el autodesprecio eran tan extremos”.

Desde su primera publicación, la colección autobiográfica Cerca de los huesos: memorias de dolor, rabia y deseo (1997),Terminator’ expuso la libertad de género tan propia de su obra.

A través de un joven que seduce al novio de su madre vistiendo como ella, desdibujó las líneas que separan la adultez de la niñez, el dolor del placer, y la feminidad de la masculinidad. Igualmente, cuestionó las muchas caras de su identidad en el marco de lo filial y lo sentimental.

Laura Albert se hacía pasar por en persona se hacía pasar por Speedie, su asistente personal

La escritora Laura Albert, en presentaciones públicas, se hacía pasar por  Speedie, la asistente personal de JT Leroy. Foto: Jeff Vespa/WireImage.

La crítica reconoció a esta obra como la más llamativa de la colección y anunció el nacimiento de una nueva voz, bella y poderosa, que parecía “divinamente inspirada”, como reseñó el New York Times en octubre de 1997.

Muy pronto las editoriales empezaron a poner sus ojos sobre ‘Terminator’, que les recordaba a la generación beat de los años cincuenta, famosa por rechazar valores tradicionales de la sociedad al tratar el uso de drogas psicodélicas y la liberación sexual.

“William Burroughs o Allan Ginsberg le dieron voz a una cultura alternativa”, explicó en el documental Ira Silverberg, uno de sus agentes literarios.

“Pero fue muy emocionante escuchar a alguien nuevo que, además, hablaba de un aspecto de la cultura americana que nunca antes había escuchado”, agregó.

Como Atenea emergiendo de la cabeza de Zeus, así describió el editor Panio Gianopolous a Sarah, la siguiente y gran obra de ‘Terminator’.

Con un lenguaje atrevido y dinámico, cómico, el relato autobiográfico cuenta la historia de un joven prostituto en Virginia Occidental, que negocia su identidad y su cuerpo para compensar el amor de su madre, Sarah.

A veces como Cherry Vanilla, a veces como Sarah, enfrenta las exigencias de sus proxenetas y, a la vez, lucha para imponerse como el mejor y más grande “lagarto”, como les dicen a los trabajadores sexuales.

Sus historias son ágiles y exponen innumerables formas de abuso y explotación infantil; de igual manera, problematizan nociones tradicionales de género a través de personajes que entran y salen rápidamente del régimen heteronormativo.

Shirley Mason, la cantante de Garbage, hasta le dedicó canción a JT Leroy

Shirley Manson (izquierda), la cantante de Garbage, le escribió una canción a JT Leroy. Aquí, acompañada de Savannah y Laura.

Sarah le dio la vuelta al mundo bajo el nombre de JT LeRoy, cuyas iniciales corresponden a Jeremy, el que decía ser su verdadero nombre; ‘Terminator’, por su apodo, y LeRoy, que nació de un cliente de Albert de su época como operadora de una línea sexual.

Muy pronto, fans y celebridades de la talla de Courtney Love, Winona Rider, Tatum O’Neal y Billy Corgan manifestaron su admiración y respeto por JT.

Otros como Eamonn Bowles, Laura Desiree y Kerris Dorsey aparecieron públicamente con un hueso de pene de mapache colgando del cuello, tal y como lo hacen los personajes en Sarah para simbolizar su potencia y estatus sexual. Incluso, Shirley Manson escribió la canción Cherry Lips inspirada en él.

Para entonces, se decía que JT era “muy joven para interactuar con los medios de comunicación”, y también muy tímido para participar en las sesiones de lectura de su propia obra. Ante esto, sus fans decidieron ser los narradores de sus historias, convirtiéndolo en un fenómeno democratizante, único y accesible a todos.

Su personalidad era abierta y disponible para otros”, le dijo Albert a LA RUEDA SUELTA, “su sensibilidad y espíritu, su capacidad para transformar el sufrimiento en arte y usarlo para sanar, todo estaba ahí para que otros lo encarnaran y lo hicieran realidad”, agregó.

 Un pseudónimo de carne y hueso

Kristen Stewart y Laura Dern, como Savannah y Laura Albert

Kristen Stewart y Laura Dern, como Savannah y Laura Albert, en la película ‘El nombre del engaño’, de 2018.

Como Frankenstein en el laboratorio, así recuerda Albert la primera vez que vio a JT posar ante las cámaras en Polk Street, San Francisco, en septiembre de 2001. “Fue un momento liberador, JT estaba cobrando vida ante mis ojos”, cuenta.

Su creación traspasó el papel en la piel de Savannah Knoop, su cuñada, quien inicialmente aceptó 50 dólares para hacer una aparición, corta y sin palabras, ante los medios de comunicación.

Ninguna imaginó que, al poco tiempo, JT estaría en la portada de todas las revistas de moda y en los camerinos de artistas como Bono, de quien recibía consejos sobre cómo sobrevivir al medio artístico sin perder su identidad o rumbo.

Tampoco que el director de cine Gus Van Sant quisiera llevar a su Sarah a la pantalla grande, ni que le permitiría escribir y producir una parte de Elephant, que ganó, en 2003, la Palma de Oro en Cannes.

Mucho menos que la actriz y directora de cine Asia Argento llevaría El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, su segundo libro, al éxito en Italia, en 2004.

Por teléfono, Albert encarnaba a JT; pero en persona se hacía pasar por Speedie, su asistente personal, y también como Emily Fraiser, la escritora y vocalista de la banda de rock Thristle, que decía ser quien lo rescató de la calle.

Albert insiste en que no creó a JT para “conocer a Madonna” ni vender libros promovidos por la compasión.

Bajo estas identidades, Albert estuvo presente en ruedas de prensa, alfombras rojas, lecturas y sesiones fotográficas. Era como El príncipe y el mendigo, de Mark Twain, recuerda: “yo podía tratar de probar que era la autora, que yo era JT LeRoy, el verdadero rey, y nadie me hubiera creído”, dice en el documental Author:The JT LeRoy Story.

 El escándalo

En octubre de 2005, no obstante, el periodista Stephen Beachy sembró dudas sobre la identidad de LeRoy en un artículo que publicó el New York Magazine: “¿Quién es verdaderamente JT LeRoy?”.

Allí cuestionó la ubicuidad del autor y expuso por primera vez los nombres de Laura Albert y su pareja, Geoff Knoop, en contraste con los de Speedie/Emily Fraiser y Astor, todos del círculo íntimo de LeRoy.

Savannah Knoop escribiría el libro Chica, chico, chica

Savannah Knoop escribiría el libro ‘Chica, chico, chica’, en 2018.

Sin documentos legales que probaran la existencia del joven autor, sostuvo que LeRoy era un personaje ficcional y que era un actor la persona que todos creían conocer. Pero al rompecabezas le faltaba una ficha: ¿quién era el actor?

En enero de 2006, el New York Times resolvió el enigma con una foto de Savannah, sin peluca, sin su sombrero y sin gafas. Y ese fue el fin. Geoff Knoop confirmó los rumores y como un tsunami, las palabras “fraude”, “farsa” y “mentira” ahogaron a JT y su obra.

JT LeRoy nació en el baño de Laura Albert, una noche de 1993 cuando la idea de morir la seducía más que nunca.

El mundo le reclamó a Albert haber usado el trauma como estrategia para vender. Muchos catalogaron su obra como “moralmente reprobable” y alegaron que un pseudónimo dista mucho de un engaño de carne y hueso. Las demandas no tardaron en llegar.

Se le acusó de fraude por usar el nombre de JT LeRoy para firmar contratos y, entre tantos, se le ordenó pagar 350.000 dólares a la firma Antidote Films, que pretendía adaptar al cine la obra de Sarah.

Sobre las acusaciones que cayeron en su contra, Albert insiste en que no creó a JT para “conocer a Madonna” ni vender libros promovidos por la compasión. Desde su perspectiva, “fraude” es un calificativo erróneo para una obra tan real como su éxito.

Pero fue esta la narrativa que le atribuyó una prensa arraigada en el patriarcado capitalista, imperialista y de supremacía blanca, que fue incapaz de “aportar un enfoque basado en el trauma ni en la búsqueda de la verdad”, le dijo a LA RUEDA SUELTA.

De haber sido así, recalca, “hubieran entendido a JT como un fenómeno cultural, como una expresión de valores y su reacción a la revelación de mi autoría habría sido muy diferente”.

La pregunta de si el autor puede separarse de su obra reaparece una y otra vez en el escándalo de JT, al igual que la relevancia de sus textos una vez recatalogados como ficción.

Despertó conciencia

Al respecto, la escritora y columnista estadounidense Kelsey Osgood reconoce que si bien la historia de LeRoy plantea preguntas importantes sobre “identidad, género, la priorización de voces marginadas en la publicación, sobre a quién se le permite ser autor de ciertas historias y el papel del abuso en la configuración del comportamiento de las personas”, hay muchas otras formas de entrar en esas conversaciones hoy, que son mucho más recientes, de mejor calidad, y “que no involucran a alguien inmerso en un engaño activo”.

Por su parte, Albert insiste que los temas que animaron su ficción, “el abuso y la explotación de niños y mujeres, la fluidez y la apertura de género y sexualidad, la necesidad de elegir entre el miedo y la fe”, son cada vez más urgentes.

Sostiene que LeRoy despertó una conciencia sobre estas nociones de identidad y que en medio del revuelo político y social actual, hay una generación que quiere y está dispuesta a enfrentarlos directamente.

Además, reitera que LeRoy,“con su mirada, su franqueza y su resistencia”, está en todas partes. Solamente, como en Tinkerbell, hay que creer en la magia para que suceda.

Karen Gritz Roitman, periodista. En Twitter @karengritz

6 comentarios en “Así fue planeado y desenmascarado el escándalo literario más grande de los tiempos modernos”

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