Una de las participantes del Hay Festival fue Hallie Rubenhold, autora de un libro que reivindica y dignifica a las mujeres que fueron degolladas y mutiladas por tal vez el asesino serial más reconocido de la historia.
Hallie Rubenhold, autora de Las cinco mujeres, las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador. Crédito: Daniel Mordzinski
José Ángel Báez A. *
Entre el 31 de agosto y el 9 de noviembre de 1888 hubo cinco salvajes crímenes en Londres, en Whitechapel, entonces una zona deprimida y empobrecida, muy reveladora de la situación socioeconómica que atravesaba el Reino Unido casi en el ocaso de la era victoriana (1837-1901).
Nunca se supo quién fue el autor, pero la prensa y las autoridades los endosaron a un hombre al que llamaron Jack el Destripador, de identidad aún hoy oculta. Las sí reconocidas fueron sus víctimas, Mary-Jane Kelly, Elizabeth Stride, Mary Ann Nichols, Annie Chapman y Kate Eddowes, señaladas como prostitutas e históricamente minimizadas.
Hasta que apareció Hallie Rubenhold, especializada en la historia de la mujer en los siglos XVIII y XIX, que decidió devolverles su dignidad y escribió Las cinco mujeres, una investigación que revela cómo eran, cómo vivían y hasta qué sentían.
Las víctimas eran Mary-Jane Kelly, Elizabeth Stride, Mary Ann Nichols, Annie Chapman y Kate Eddowes, señaladas como prostitutas e históricamente minimizadas.
Su autora participó del Hay Festival 2021, con el apoyo del British Council, y habló con LA RUEDA SUELTA sobre este libro al que le dio forma durante tres años.
LA RUEDA SUELTA: ¿En qué momento tuvo la idea de investigar y escribir un libro acerca de las cinco víctimas más reconocidas de ‘Jack, el destripador’?
HALLIE RUBENHOLD: El primer libro que escribí, The Covent Garden Ladies (2005), fue muy popular y era acerca de una muy famosa guía que había de prostitutas en Londres, en el siglo XVIII. Investigué sobre la vida de estas mujeres y sus experiencias. Luego quise continuar con el tema, pero con mujeres del siglo XIX. Y pensé que podían ser las víctimas de Jack el Destripador. Así que revisé si había libros del tema, y me sorprendió descubrir que no. Y, entonces, supe que tenía que escribirlo. Pero las sorpresas seguían…
LA RUEDA SUELTA: ¿Por qué, qué otra cosa la asombró?
H.R.: Algo que, de verdad, me dejó en shock; me sorprendió saber que, prácticamente, no había evidencia de que tres de esas mujeres que asesinó fueran prostitutas, como se dijo siempre. Sentí que este libro era muy importante y que, en verdad, tenía que ser escrito.
Pasé tres años de mi vida leyendo acerca del sufrimiento de personas, su dolor y su desesperanza, la forma en la que había una sociedad construida para evitar que salieran de su infelicidad.
LA RUEDA SUELTA: La calidad de su investigación documental es impresionante por la precisión y seguridad de los datos que entrega. ¿Qué métodos usó y cuál fue el primer documento que buscó?
H.R.: Las víctimas eran mujeres marginadas y la historia, usualmente, ignora sus voces, pero sí relata que estuvieron vivas, entre nosotros. Sobre ellas, entonces, debería haber registros de nacimiento, de censos, de permanencia en asilos de pobres, de educación y de vivienda pública. Todas estas cosas fueron útiles e iban creando un esbozo de sus vidas.
LA RUEDA SUELTA: ¿Y qué tan útiles fueron los periódicos de la época?
H.R.: Sí, también había registros de periódicos y tuve que superponer todas estas fuentes para crear, como ya dije, un esbozo, una sombra de quiénes fueron ellas. Cuando no pude encontrar evidencia sobre lo que les ocurrió en un momento particular, en algún lugar -como, por ejemplo, dar a luz en un asilo de pobres en el este de Inglaterra-, sí encontré la experiencia de una mujer que, un año antes, parió en un lugar similar. Esta experiencia no podía ser muy distinta a la que vivió una de las cinco mujeres de las que escribía.
Ilustración de los asesinatos cometidos por Jack el destripador en la era victoriana.
LA RUEDA SUELTA: ¿A una historiadora como usted le disgusta la idea de que su libro sea catalogado como gran investigación periodística, o prefiere llamarlo revisionismo histórico?
H.R.: Es revisionismo histórico. Pero sucede que en el Reino Unido y en Estados Unidos se conoce como narrativa de no ficción, y existe la idea de que son libros aburridos, que solo pueden ser aburridos y pesados. No, en lo absoluto. Dentro de cualquier hecho suele haber muchas historias y desde la academia debemos aprender a contarlas. Obviamente, yo uso recursos del periodismo, algunas de sus habilidades, para narrar y comprender.
Las víctimas eran mujeres marginadas y la historia, usualmente, ignora sus voces, pero sí relata que estuvieron vivas, entre nosotros.
LA RUEDA SUELTA: A propósito del periodismo, usted cuestiona el comportamiento de un sector de la prensa a finales del siglo XIX, por amarillista e imprecisa. ¿Usted cree que la visión que tenían de estas mujeres era por falta de rigor o por esconder la verdad?
H.R.: La gente hace 133 años pensaba de una forma muy distinta. Y tenían una percepción acerca de quiénes eran estas mujeres. La prensa hacía parte de una sociedad que consideraba que las mujeres sin hogar, que estaban separadas de sus familias, no eran buenas dentro de los parámetros del siglo XIX.
Así que fueron descritas como prostitutas, creían que estaban moralmente dañadas y no importaba si, físicamente, no se vendían en las calles. No estaban interesados en fijarse en los matices, pero sí en que se trataba de mujeres sin hogar, alcohólicas, que vendían sexo para vivir, que eran mendigas. Daba lo mismo para ellos.
LA RUEDA SUELTA: ¿Por qué se necesitaron 133 años para que alguien se interesara en reintegrarles la dignidad a estas mujeres?
H.R.: Porque ha habido mucho más interés en Jack el Destripador, que en la historia de las personas que él mató, porque hemos convertido al asesino en una leyenda, en un misterio que la gente quiere resolver, y que así lo humaniza. Y sus víctimas quedan como defectuosas, como seres inferiores. ¿Cómo pudimos haber hecho esto?
La prensa hacía parte de una sociedad que consideraba que las mujeres sin hogar, que estaban separadas de sus familias, no eran buenas dentro de los parámetros del siglo XIX.
LA RUEDA SUELTA: ¿Desde antes sospechaba que no todas las víctimas eran prostitutas, o fue algo que descubrió cuando investigaba?
H.R.: Lo descubrí mientras investigaba. Yo estaba absolutamente convencida de que eran prostitutas, por lo que escribí este libro. Pero sabiendo cómo funcionaba la prostitución en el pasado, sus métodos, no encontré evidencia. Cuando digo evidencia no me refiero a rumores de periódicos, a declaraciones de testigos que han sido escritas en diez diferentes momentos, en diez diferentes periódicos, en diez diferentes maneras. Yo busqué documentos, como arrestos por prostitución, familiares que dijeran “si, ella ejercía”, o amigos o parejas que dijeran “ellas sí tenían que ver con eso». O diferentes indicadores que sí hubo en los casos de Mary-Jane Kelly y Elizabeth Stride, pero no en Mary Ann «Polly» Nichols, Annie Chapman y Kate Eddowes.
Rubenhold sacó del anonimato a las víctimas del asesino serial, que estuvieron marginadas por la historia durante 133 años.
LA RUEDA SUELTA: ¿Por qué hubo gente que se enojó y refuto su declaración de que no todas las asesinadas eran prostitutas?
H.R.: Son personas que se llaman a sí mismas “ripperologits”, no son historiadores ni investigadores capacitados. Más bien, amateurs con interés en el caso y han pasado años investigando: décadas de sus vidas invertidas en aprender todo lo que puedan sobre los hechos y, la mayoría de veces, quieren resolver el misterio. Tienen mucho ego invertido y todos luchan entre sí, tienen diferentes teorías, aunque sí están de acuerdo en que estas mujeres eran prostitutas. Se creen expertos y llega alguien, una mujer, que les dice que están mal, ¡pues se vuelven locos… un ataque a su identidad, a su masculinidad, a todo…!
LA RUEDA SUELTA: Su libro también puede entenderse como una fuerte crítica a la sociedad victoriana del siglo XIX. ¿Cree que fue un entorno perfecto para la aparición de un criminal como ‘Jack, el destripador’?
H.R.: Así lo piensan hoy historiadores y en aquella época también había conciencia de eso. Cuando descuidas a los pobres, a los marginados, y no estás dispuesto a hacer nada, las condiciones sociales originan estos problemas (un asesino como Jack el Destripador). Los propios victorianos, después de los crímenes, 1888, sabían que tenían que hacer algo con la pobreza. Y, hasta cierto punto, crearon oportunidades para tener mejores viviendas, pero no fue un cambio radical, en absoluto. De hecho, hasta bien entrado el siglo XX, la pobreza persistió en Londres y en otras ciudades del Reino Unido. Realmente, solo cambió hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Se creen expertos y llega alguien, una mujer, que les dice que están mal, ¡pues se vuelven locos… un ataque a su identidad, a su masculinidad, a todo…!
LA RUEDA SUELTA: Usted cita la frase de un escritor que dice «el hombre para mandar, la mujer para obedecer». Era una sociedad abiertamente machista…
H.R.: Ni antes ni después de escribir este libro, me he considerado feminista y no significa que no apoye la igualdad de las mujeres; la apoyo, totalmente, pero soy muy cautelosa en cuanto a ponerme una etiqueta, como “historiadora marxista” o “historiadora feminista”. Encasillamientos así pueden constreñirte y confinarte.
LA RUEDA SUELTA: ¿Acaso su libro no ha sido encasillado?
H.R.: Obvio que para muchas personas es un libro feminista. Como lo dije antes, nunca haría mi investigación simplemente para respaldar una etiqueta. No creo que este trabajo lo sea. Yo interpreto al feminismo como que las mujeres sean reconocidas en pie de igualdad a los hombres, no como un castigo para ellos.
LA RUEDA SUELTA: ¿Se podría afirmar que, en medio de esa sociedad victoriana de doble rasero, Mary Ann Nichols, una de las víctimas, se adelantó a su tiempo como una mujer liberada?
H.R.: Siempre tendría mucho cuidado de hacer evaluaciones del comportamiento desde el siglo XXI al comportamiento en épocas anteriores, porque lo que hoy vemos como progresista o feminista, en el pasado no era necesariamente lo que una persona buscaba. Mary Ann Nichols simplemente trataba de vivir, lo suyo no tenía un impulso ideológico. Era muy infeliz como vivía en su casa, no pudo soportarlo y se fue.
LA RUEDA SUELTA: ¿Qué pasará con la memoria y la dignidad de mujeres como Rose Mylett y Alice McKenzie, brutalmente asesinadas durante esos años, y que no hacen parte de las cinco de su libro?
H.R.: Yo esperaría que la gente también las recuerde. Escribí un libro sobre las cinco víctimas canónicas reconocidas de ‘Jack, el destripador’, porque quería investigar sobre la situación de las mujeres a finales del siglo XIX. Y espero que la gente vea a las otras mujeres que pudieron o no haber sido asesinadas por este sujeto. No lo sabemos. Y ojalá sus nombres sean conmemorados y recordados.
Ilustración de Jack el Destripador y portada del libro escrito por Hallie Rubenhold.
LA RUEDA SUELTA: Esta investigación, por el tema, debió ser angustiante. ¿Qué situación le causó más dolor durante este trabajo?
H.R.: Todo fue emocionalmente muy difícil. Pasé tres años de mi vida leyendo acerca del sufrimiento de personas, su dolor y su desesperanza, la forma en la que había una sociedad construida para evitar que salieran de su infelicidad. Sobre todas las cosas que les sucedieron en un mundo injusto. Investigarlo fue tan opresivo y terrible. Y tuve que recurrir a lugares muy oscuros de mi mente para ser capaz de, realmente, imaginar y escribir con autenticidad acerca de cómo habían sido esas experiencias. Difícil estar en un lugar así por tres años.
Siempre tendría mucho cuidado de hacer evaluaciones del comportamiento desde el siglo XXI al comportamiento en épocas anteriores, porque lo que hoy vemos como progresista o feminista, en el pasado no era necesariamente lo que una persona buscaba.
LA RUEDA SUELTA: ¿A qué se refiere cuando dice que la policía no tuvo en cuenta que Jack atacó a las víctimas mientras dormían? ¿Cambiaría algo?
H.R.: Yo sugiero que Jack mató a las mujeres mientras dormían… ¡Jack el Destripador las mató mientras dormían, no cuando iba a tener sexo con ellas (no hay pruebas de que tuvo relaciones con ellas). Tiene perfecto sentido: estaban sentadas contra un edificio, dormían a la itemperie, no tenían hogar, habían estado bebiendo y así era muy fácil que se acercara, las estrangulara y les cortara la garganta, muy, muy fácil. De hecho, hay mucha evidencia, aún hoy, de asesinatos a personas sin hogar, que dormían en la calle cuando fueron asesinados. Jack el Destripador era un cobarde, no era ningún genio, ni ninguna criatura sobrenatural. Era un individuo realmente enfermo que deambulaba por las noches y mataba gente mientras dormía. Fin de la historia.
LA RUEDA SUELTA: Con toda la información que recopiló, ¿por qué no se animó en ahondar más sobre el asesino?
H.R.: ¿Por qué no me animé a ahondar más sobre el asesino? Porque no me importa el asesino. ¿Por qué debería de importarme el asesino? No me importa el asesino…¿El asesino ha tenido cuántos libros? No cientos, sino millones. Pero no sabemos nada acerca de las mujeres que mató. Yo no perdería ni un minuto de mi tiempo, mi espacio y mi cerebro pensando en él.
Cuando descuidas a los pobres, a los marginados, y no estás dispuesto a hacer nada, las condiciones sociales originan estos problemas (un asesino como Jack el Destripador).
LA RUEDA SUELTA: ¿Por qué hicimos de Jack el Destripador un mito?
H.R.: Porque nunca lo atraparon y, por lo tanto, siempre hubo un misterio que lo rodeaba, los crímenes sin resolver. Pero también está ligado a la mitología de su tiempo. ¿Sabes? esto ocurrió a finales del siglo XIX en Londres, y tuvo lugar al tiempo que se escribía Sherlock Holmes o Drácula. Así que todo esto está ligado a la mitología del tiempo y el lugar. Y así es como nos lo han transmitido, casi como una leyenda, y por eso hemos dejado que estas mujeres queden olvidadas durante tanto tiempo.
* Editor y periodista. En Twitter @joseangelbaez
Interessnte trabajo hizo, glorificamos am asesino por acciones y modo de llevarlos acabo, manteniendo de forma anonima hasta ahora pleno siglo XXI.
Con respecto a las victimas es cierto que quedaron opacadas en el mito de solo haber sido las mujeres asesinadas por este sanguinario asesino anonimo y cuando leenos de ellas es sólo para recordarnos en que se dedicaban por el motivo de su muerte.
Concuerdo mucho con la autora de exponer la histroia de las victimas y opacar la grandeza que nosotros le dimos a Jack the Ripper.
Lo unico malo en el desarollo del discurso de los fundamentos y que estoy cansado de sentir es la constente agregación pasiva.
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Muy interesante información respecto a las victimas de Jack el destripador . Pero lo que se dijo de el , era de la nobleza . Sus cuchilladas no era al azar , era de un experto. Hasta el momento no sabemos quién es el asesino . Pero se podrá interesar en descubrir quién es Jack el destripador ?? Porque todo tiene su causa y efecto .
Buen punto. Gracias por escribirnos
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La teorìa de Hallie Rubelford no tiene fundamento. Si víctimas de Jack the Ripper, como sucedió en el caso de Catherine Eddowes y de Elizabeth Stride, verdaderamente hubiesen sido eliminadas cuando yacían acostadas durmiendo, habría que descartar testimonios que parecerían irrefutables, pues quedó constancia de ellos en las encuestas judiciales y en artículos periodísticos que dieron cuenta de haberse observado a estas mujeres, mientras estaban -obviamente- despiertas, dialogando con diversas personas, o siendo agredidas, instantes previos a ocurrir sus decesos.
Absolutamente de acuerdo señor Pombo.
Tengo algún que otro libro suyo sobre el tema. Soy aficionado a la lectura de libros de investigación sobre el destripador de Whitechapel.
El suyo me parece un buen trabajo.
Un cordial saludo.
Hallie Rubenhold olvida que dentro de los Ripperologos, o sea, expertos (y expertas) en Jack el Destripador hay muchas mujeres (por ejemplo, Shirley Harrison y Debra Ariff). Además es una grosera falta de respeto que afirme livianamente que tales expertos no son historiadores sino aficionados. Nadie que haya leido la obra seria y documentada de autores como Paul Begg, Stewart Evans, Keith Skinner, Colin Wilson, y muchos otros escritores eruditos como estos, puede dar el menor crédito a una afirmación tan falsa e irrespetuosa.
El libro de Ruberhold es meritorio y contiene investigación digna de destaque, pero la autora yerra al burlarse y menospreciar a los estudiosos del caso de Jack el Destripador, y por cierto que su hipótesis de que las víctimas no fueron prostitutas (lo que por cierto no es ninguna deshonra) carece de todo fundamento.
Gabriel, interesante punto de vista. Gracias por comentar.
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Sinceramente observo que se equivoca diametralmente en muchas apreciaciones pues da por sentado que el lector interesado en el tema de los asesinatos de Whitechapel, no tiene empatía con las víctimas o pasa por encima de ellas únicamente sin más.
Tratar a los estudiosos del asunto de aficionados y decir que se equivocan, es una desfachatez absoluta. Paul Begg, Donald Rumbelow, Philip Sugden, Stewart P. Evans, Keith Skinner, Martin Fido y un largo etc. entre las que hay también buenas escritoras, son entendidos investigadores muy a tener en consideración.
Y por último, decir que el destripador era un cobarde y que atacaba a sus víctimas mientras dormian, es una aseveración mucho más arriesgada que dar como segura la identidad del asesino después de haber visto por encima algún que otro legajo de documentos de la época.
Creo que el libro se apunta a una corriente imperante en estos tiempos y por lo tanto, sólo lo catalogo de oportunista y poco fiel a los hechos.
Para saber sobre la vida del popular barrio de Londres en días cercanos al tiempo de los crímenes remitiría a la lectura de «gente del abismo» del gran Jack London. Libro por lo demás sin sesgo ideológico.
Un saludo
Creo que esta escritora lleva mucha razón en que el marketing le ha dado una importancia a Jack the Ripper que no se merece ni la tiene. Incluso indirectamente, recuerdo el film «El doctor Jeckyll y su hermana Hyde» (quizá la mejor película de la Hammer), de 1971, en la que te incluyen al misterioso asesino en la trama. Pero también parece que aprovecha la autora la actual fiebre de feminismo donde el mero hecho de ser hombre ya es algo maligno. Todos los hombres pueden ser acosadores, salidos, pedófilos, violentos (e incluso asesinos) . De todos modos, es un buen libro 📖.
Gracias por leernos
Saludos